"Portugal", por Mariano Galián

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Vengo diciendo desde hace tres años que España y Portugal , ante la UE, deben realizar un nuevo "Tordesillas", claro está adaptado a estos tiempos. Uno sin el otro da la impresión que andan cojos. Mientras que Pedro Sánchez no para en hacer vuelos a Lisboa, bien hace, Antonio Costa, presidente de Portugal, está subiendo como la espuma por su sentido común y su amplitud de miras. Ni Mariano Rajoy ni el mismísimo Sánchez, hoy por hoy, han sabido estar a la altura de las circunstancias de nuestros vecinos.

El pasado 15, Pedro Sánchez marchaba a Portugal con un triple objetivo: rehabilitar y ampliar el puente internacional sobre el río Miño, petición oficial a Bruselas de ambos países para que presione a Francia en el impulso del Corredor del Atlántico y la cumbre Hispano-Lusa que se acerca. De todas maneras, aquí, quien lleva la voz cantante está siendo el presidente de Portugal. Las grandes aspiraciones para el pueblo portugués chocan de lleno con la podredumbre realizada en España antes y ahora. Concrete por favor, me dirán.

No lo duden: el éxito educativo. Se ha defendido y se ha apostado por la exigencia, la claridad en los planes de estudios y la transparencia con los resultados y, siempre, de forma continuada. A pesar de su crisis económica que se cebó en estas queridas tierras, los resultados de sus estudiantes mejoraron de forma constante y significativa. Empezaron a aumentar en las pruebas internacionales y a disminuir los porcentajes que se quedaban por debajo del nivel mínimo en lectura o en matemáticas, se reducía el abandono escolar y se llenaban las aulas de Formación Profesional y Universitarios. Las directrices básicas fueron sin duda: evaluación rigurosa, planes de estudios claros y exigentes y foco en las destrezas fundamentales. Por lo visto, desde 2016 se está abandonando la gran caminata que duraría del 2011 al 2015. Aún sigue quedando ese buen humus que se inició.

Ese plan de estudios, como imán poderoso, atraería a Portugal grandes multinacionales de Europa y fuera de ella. A grandes cabezas: grandes empresas. Algo así como lo que anda buscando Ferrovial. Portugal pasaría de los últimos puestos de la OCDE a situarse en la media, incluso por encima en la lectura y comprensión lectora. A partir de ahí, se ladea a los grandes técnicos de educación e incluso a los maestros y, dejar que metan sus zarpas los políticos baratos con lo siempre, la inclusión, y con la baja exigencia la pagaron, al igual que en España, los que iban peor y los que marchaban viento en popa. ¿Les suena? A partir de ahí, el plan de "transparencia absoluta" de todos los centros educativos no ha seguido. En España, al respecto, no ha habido transparencia absoluta nunca. Publicar a los cuatro vientos los resultados de los distintos centros hizo que padres, profesores y autoridades pusieran el foco en el rendimiento de cada centro educativo. ¿Qué estamos haciendo? ¿Cómo podemos mejorar? Sin duda, fueron tiempos excepcionales.

Los profesores de la Pública en España siguen pidiendo recursos y que se les valore. Sin embargo, en Portugal, se vería que tal argumento nunca ha servido. Creen que la financiación es la gran herramienta para la mejora del sistema educativo, y no es así. Es más importante la evaluación y el diseño del plan de estudios que cualquier otro tema. El dinero siempre es bienvenido pero se convierte con frecuencia en especie de sobornos para tapar las deficiencias del sistema. En plena crisis partieron del siguiente dilema: "Estamos en momentos difíciles, pero aún así vamos a mejorar los resultados. La gran mayoría de profesores se subieron a este carro y ellos fueron y no los políticos los verdaderos agentes de la mejora educativa de Portugal".

El nefasto dicho por ideólogos, lo que suena más sexy decir que "hemos de aprender divirtiéndonos" pasaría a aprender con profundidad lo necesario, y que lo aprendan todo. Para divertir a los niños no hacen falta maestros. Para fortalecer las destrezas básicas, se les concedieron más horas en el currículo y se contó con la guía de expertos y no con los políticos de turno o primos hermanos.

Quizás, una vez más hemos de recordar que todos los alumnos deban ir a la universidad, más aún, cuando existe más trabajo para los que salen desde Formación Profesional que los de la Universidad. Austria, Suiza y Alemania son ejemplares ante estos diversos caminos, pero con la diferencia de que todos los itinerarios, a ser posible, fueran comunicantes. Lo peor de todo ello en nuestro Mediterráneo es que nuestras sociedades todavía minusvaloran las profesiones manuales, tema que no ocurre en los grandes países de Europa.

Por último, dar mayor autonomía y dejar de ser tan centralizados no nos vendría mal. Por desgracia, la autonomía, en muchos centros educativos dejan mucho que desear. Posiblemente Portugal ha vivido unos años exquisitos sin lugar a dudas. España, en su momento también los tuvo. Es hora de marcarse un farol, ser rebeldes ante la mediocridad y no ceder en lo pequeño de cada día. Subir el listón y formar con "mucha frecuencia a las familias" será síntoma de ir por buen camino. Y…por supuesto: transparencia de resultados ante todo.

MARIANO GALIÁN TUDELA

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