¿Qué nuevas ciudades deseamos?

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¿Qué nuevas ciudades deseamos?

Conforme se acercan los próximos comicios del 28 M sin duda "casi se hablará y se prometerá de todo". Se nos venderá no lo que por lógica es necesario sino más bien lo que a los cuatro ideólogos de turno les parezca y les venga en gana, siempre y cuando no rompa el susodicho ideal de Europa respecto a la Agenda 2030. Me cuestiono si por un momento, andando por la calle nos para una emisora de radio donde nos preguntan sobre qué tipo de ciudad desea usted o presentaría, si usted fuese cabeza de cartel de un partido político que se presentase próximamente. Es posible nos pillase fuera de onda, aunque de alguna manera, veremos lo que da la mata a la hora de discurrir con más o menos acierto.

Nuestras ciudades de hoy se han visto asaltadas por nuevas maneras de ver la vida, de esperanzas juveniles y de haceres que nada tienen que ver con su status para lo que fueron creadas y se han desarrollado a lo largo del último siglo, de los últimos años. Como Europa manda y paga, los nuevos políticos, a lo políticamente correcto, junto a la nefasta Agenda 2030 y su compañera de filas Nex Generation EU, están sintiendo la cantidad de tiritas que se les va incorporando junto a cantidades de cemento, ladrillos, levantamiento de aceras, quitando arbolado y un sinfín de desmadres que al final, nuestras ciudades se quedan para los edificios antiguos, cines, grandes almacenes, museos, colegios a medio gas sin niños y cantidad de rotondas a cuál de ellas te da más pena, por la falta de arte y por su cuantía.

Poco a poco, los buenos linces empresarios, alrededor y no muy lejos de esas grandes urbes han ido creando residenciales, grandes almacenes y comercios, lugares de esparcimiento, donde las familias viven de una forma más saludable y con más calidad de vida. Incluso, si existen zonas rurales no muy lejos, es el lugar perfecto para vivir mucho antes que en los tuburbios de mala muerte que se están convirtiendo esas ciudades. Aún así , médicos de alta gama me comentan que la salida de familias de estas urbes ha hecho que los esposos, por tal tranquilidad hayan decidido mejorar la tasa de natalidad. Con la merma constante de población, muchos núcleos rurales ya han pedido los servicios básicos de sanidad y educación que les corresponde, mucho más cuando pagan a los Ayuntamientos tanto como los que viven en las ciudades. Tema clave para estas instituciones que, hoy por hoy, están resbalando bastante y no atinan.

Estamos por tanto, ante una buena estrategia de despoblación si así lo pensamos fríamente. Si a ello le sumásemos la atención de empresas del mundo de las energéticas podríamos salir ganando. Existen zonas rurales que por su ubicación y climatología, poseen condiciones inigualables para poder ofrecer fuentes de energía verde y sería también rentable la creación de polígonos industriales, cercanos a estaciones ferroviales o a pocos kilómetros de autovías o autopistas y, de esa manera, podríamos potenciar el desarrollo de esas pequeñas poblaciones que van surgiendo día tras día.

Entendible es hacer de las ciudades mucho más amigables que hoy día. Las ciudades son uno de los mayores inventos de las personas pero por otro lado vamos perdiendo a marchas forzadas la humanización que todos ansiamos, No sólo hemos de tener en cuenta la contaminación atmosférica, los pulmones de oxígeno de grandes alamedas. Ir de noche por una calle y no poder ver las estrellas, lo sentimos pero no. Se suele decir que en el futuro cada vez seremos más urbanos: Dios no lo quiera. Lo que sí está claro es que el aumento creciente de población de las grandes ciudades solo menguará cuando las poblaciones intermedias generen suficientes atractivos al personal. Es posible conseguirlo siempre que a las ya conocidas cualidades se añadan las del campo: más naturaleza, más humanidad.

Abrir la ventana y observar las estrellas, los ruidos de la naturaleza en la noche, las buenas barbacoas con los vecinos y, todo lo que aprendemos de la vida en torno a la agricultura, ganadería o pesca ello no me lo ofrece en ningún momento una gran urbe.

Concretando: tener no muy lejos una mediana o gran ciudad es saludable pero aún más poder pasear entre árboles, oír los cantares diversos de la naturaleza o las buenas tertulias con las familias cercanas a casa. Esta es la ciudad que muchos, más de los que pensamos, ansiamos de veras. Denle vueltas por favor y hablen, conocen, a partidos políticos que vayan a los próximos comicios e instituciones municipales Esto va cambiando.

MARIANO GALIÁN TUDELA

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