Sobre "Jálogüin" y otras tradiciones

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A principios del siglo pasado, Marguerite Yourcenar, en su magnífica novela histórica 'Memorias de Adriano', ponía en boca del emperador que «se conquista antes un pueblo con la cultura y costumbres que portan nuestras caravanas que con las armas de nuestras legiones en marcha...». El pasado día 31 de octubre, víspera de Todos los Santos, tomó nuestro pueblo una extraña horda de madres y niños (nuestras madres y nuestros niños) que, con aire ausente y las más que previsibles hachas y tornillos en la cabeza, iban llamando a las puertas de las casas proponiendo a los vecinos un insulso «¿truco o trato?».

Está por rodar la película de los auroros que, después de triunfar en los Estados Unidos, haga que los niños de las tierras de 'Jálogüin' salgan a la calle preguntando a sus vecinos «¿canto o rezo?» (pregunta típica de los auroros), en vez de su mal traducido «¿'trick or treat'?» que nos han colocado y que ha sustituido (o en eso están) a los tenorios que hasta hace bien poco copaban los teatros de España. «¿No es verdad, ángel de amor...?».

El 1 de noviembre, día de Todos los Santos, amanece con el brillo acristalado de los ventosos días de otoño. Como todos los años, los componentes de la Campana de Auroros 'Virgen del Rosario' de Las Torres de Cotillas hemos quedado a primera hora en la puerta del cementerio, junto al puesto de castañas y regalicia. Es la hora. El camposanto aparece colmado de flores y de mariposas de colores. A la hora acordada empiezamos a cantar las salves a la patrona, pidiendo que interceda por los difuntos cuyas almas se encuentran en el purgatorio en espera de sus plegarias y como bien dice la salve: «Si tu hermano murió y le rezaste,/ muy bien que cumpliste con tu obligación...».

Día grande de contrastes que nos depara el duelo por la pérdida reciente del familiar querido y la íntima alegría por la suerte de haberlo podido disfrutar. Nos consuela pensar que mientras que se les recuerde estarán con nosotros: «Tú dijiste que la muerte/ no es el final del camino,/ que aunque morimos no somos/ carne de un ciego destino...». Efectivamente, la verdadera muerte es el olvido...

Santo (definición): «Persona que carece de toda culpa y que está llena de bondad, digna de ser imitada en su amor a Dios y a los demás seres humanos».

Y la pregunta: ¿cuántos de los finados a los que hemos cantado y rezado estarán entre los que caben en esta definición? Repaso y me salen.... varios. Son los santos de nuestras vidas, los que han hecho que estemos orgullosos de haber compartido con ellos este tramo pasajero que es la vida. Estamos de paso y solo nos merecerá la pena si dejamos en los demás un recuerdo bueno y duradero.

¡Feliz día de todos los Santos!

Antonio Fernández 

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