Jubilación, júbilo y recuerdos

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Jubilación, júbilo y recuerdos

La jubilación tiene una mirada bifronte, como esos antiguos dioses de la mitología clásica, dispone de un horizonte positivo y halagador, y, otro, más gris y entristecido.

Puede, que usted no esté de acuerdo, o, puede que en la lucha que todo ser humano lleva en su corazón, cuando se jubila oficialmente, en un país de Occidente, que se recibe una pensión de jubilación, mayor o menor, y, que existe un estado de bienestar, que cubre otras necesidades primarias, como la salud…

En este horizonte la jubilación, es júbilo, tiene una función alegre, es, siguiendo las fiestas antiguas, con un carácter religioso y secular, al mismo tiempo. Tiene una festividad diaria, es un descanso, después, de muchos años de educación y de formación y de trabajo, y, de todos los avatares… No podemos olvidar, que si una persona, empieza el sistema de educación escolar obligatoria, entre los tres y cinco años, según la generación que haya nacido, sin contar, el tiempo anterior de guardería o de escuela infantil… hasta los veinte años, que se está formando, o, aún más, si se inserta en los buques de la universidad…

Después, treinta o cuarenta años en un trabajo remunerado, en mayor o menor medida. O, en la situación actual, de varios trabajos en el tiempo, o, en varias obligaciones escalares de responsabilidad, de cargo y de carga y de estipendio y de remuneración. En medio y al mismo tiempo, también está la vida, los azares y causalidades y casualidades de la existencia de cada uno. Porque además de dormir, trabajar, descansar, tenemos otras finalidades y funciones en la existencia, la familia, los amores y desamores, los hijos o no hijos, los padres y hermanos, las cuestiones sociopolíticas y culturales, históricas de la época, etc.

De ahí, sucede un fenómeno, que no creo nadie me niegue, evidentemente, en cada persona, se produce de forma distinta y diversa. Por un lado, es un tiempo alegre, si se dispone, de un mínimo de paz, de paz en todos los sentidos, de salud suficiente, al menos, al principio, y, de un equilibrio y armonía con las realidades que rodean al sujeto. Ya, no hay que levantarse a las seis de la mañana o a las siete cada día. No hay que hacer jornadas de ocho o diez horas. Parece que la vida se ralentiza. Ya, se pueden construir y cristalizar y materializar algunos sueños, que uno, que dicha persona ha llevado en su corazón, etc.

En ese sentido, se realizan más viajes, se atiende más a la familia, a los nietos, quizás, diríamos, construir una ayuda a los descendientes, en la medida que se pueda. Se tiene más tiempo, para mirar y remirar ciertas realidades, etc.

Pero también, existe otra vertiente y dimensión, que es que al tener más tiempo, sucede, como en los conventos y monasterios, resurge de dentro, sale hacia fuera, más el interior. Ese interior que en parte ha estado semidormido. Que tantas obligaciones de y en la calle, y en la vida, has ido tapando y silenciando y escondiendo y camuflando y olvidando y superando y adornando…

Surge del interior, multitud de recuerdos, que tenías medio dormidos. Surgen del interior, hechos y actos y palabras y deseos e intenciones, que has tenido contigo mismo o con los otros y, de los otros contigo. Surgen recuerdos buenos y menos buenos. Surgen, sin quererlo, y, tú a ti mismo te evalúas. Y, te evalúas, multitud de aspectos, te evalúas tu vida económica, tu vida afectiva, tu vida en tu vocación, tú relación con otras personas, y, además, algunas personas, también, ya saben que tienen que prepararse para el último viaje, y, con sosiego y mesura y tranquilidad se preparan al Encuentro, si es que creen con el Ser Superior o Buen Dios…

Por tanto, la jubilación, pasan algunos años, y, pueden que aparezcan ya los primeros achaques, frase popular, ya serios, que con la medicina actual se van sobrellevando, y, además, de la alegría del tiempo, al principio de la jubilación se hacen muchas cosas, después se van ralentizando. Van surgiendo todas esas preguntas y cuestiones de dentro. Los errores y aciertos de ti mismo contigo mismo, de otros contigo mismo –si hubieses hecho esto o lo otro, si te hubieses relacionado son esa persona o no, si y si…-. Surge un mundo interior, no fácil de torear y domesticar y ser y estar con él, si se es consciente, y, si es y eres digno y honesto con uno mismo, y, no continúas camuflando, engañándote… -y, todo, hay que llevarlo con mesura, prudencia, racionalidad, bondad con uno mismo también, y, no terminar en la angustia, ni en más pena, ni en la desesperación, nunca caer en esos pensamientos negativos, que no llevan a ningún lado, sino a más pena…-.

Dicen, los cartujos, orden religiosa, que en estos momentos, no llega a trescientos monjes, no sé cuántas mujeres cartujas habrá. Que en la cartuja se va interiorizando más y más hacia dentro. Más hacia el interior, más hacia las realidades racionales internas y las realidades irracionales, más hacia los actos que hemos tenido, más hacia los deseos y emociones que hemos estado, más hacia las personas con las que nos hemos encontrado. Más los errores y aciertos que hemos sentido…

El periodo de la jubilación, es bueno y positivo y de júbilo. Y, es de agradecer, que la sociedad occidental, haya llegado a estos niveles de progreso en este sentido, a este estado del bienestar. Pero, también, tiene lados, vertientes, factores, vectores, dimensiones, de cierta tristeza y pena y angustia.

Porque no todas las personas, por mucho que hayan trabajado y estudiado en la vida, por mucho que se hayan esforzado a ser buenas personas, en distintos sentidos, y, también morales. No todas las personas, diríamos, han llegado a un triunfo suficiente, a todo el trabajo, esfuerzo, y, correcta moralidad, como deberían haber tenido. Es más, hay personas de buena voluntad, no perfectas, que llegan a la jubilación, y, no son estimadas y no han sido valoradas, en sus valores suficientes…

La jubilación como el tiempo de enfrentarse, ya sin engaños y sin mentiras, a la verdadera realidad del corazón de cada uno. Y, la jubilación como el periodo que tampoco se puede caer en la desesperanza, tristeza, angustia y pena y desesperación. La jubilación, como la tercera edad, el tercer periodo de la vida, y así, hay que afrontarlo, con actividad y paz y esperanza y espera… Paz y bien. 

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