Este año 2023, el próximo 28 de noviembre, será el tercero en festejar el Año Internacional del Mediterráneo, y ya era hora. Por su cuenta, ya lo festejaron egipcios, griegos, romanos, fenicios, cartagineses y tantos otros que en sus años eran amos y dueños de lo que acontecía entre ambos brazos que cunaban a nuestro Mare Nostrum : Europa y África. Todo un mosaico de luces, civilizaciones, solidaridad, retos comunes y bastantes luchas por el dominio de la cuna de la civilización.
Ante esta grandiosidad deberíamos preguntarnos ¿qué dejaremos nosotros para los siglos venideros? ¿Un corredor del Mediterráneo, fondos repletos de inmigrantes ahogados, desmadres entre costas, falta de solidaridad entre los pueblos y demasiada soberbia hacia el otro, una Málaga repleta de ilusiones, una Almería, madre de la agricultura, la injusticia en solidaridad para con el agua o una región catalana que desea marcharse de España? ¿la trampa ideológica woke? ¿Una civilización del espectáculo? Posiblemente, lo mejor de todo, una nueva juventud con ganas de cambiar el tambalache ideológico que nosotros mismos nos hemos forjado donde el ejemplo y el heroísmo está en nuestros vecinos y el despotismo, la mentira y falta de honradez están en los que se ensalzan llamarse guías de nuestras regiones.
He preguntado aquí y allá, a jóvenes y mayores y, al final lo que se esperaba: "recuperar la humanización de las personas. No deseamos que la era de las máquinas y nuestra vida se rija por la eficiencia y los beneficios. No deseamos que las cifras rijan nuestros mundos pues no se podrá defender la libertad". Más aún añadieron: La obediencia será la palabra mágica y, por tanto, ya va siendo hora de reivindicar la necesidad de que se nos forme como individuos en una época de despersonalización y de individualismos". Y estos señores, en resumen, es lo que nos trae la postmodernidad, la del "Nuevo Orden Mundial", la que hace que nuestro mismo Mare Nostrum se tape ojos y oídos.
Ante un 28 de Noviembre como este y, procurando medio oler las civilizaciones que me ayudan a atisbar desde la Costa Cálida hasta los muelles de Melilla, derecha e izquierda, claramente, si deseamos dejar algo decente a nuestras generaciones venideras hemos de movilizarnos desde este berenjenal hacia una nueva cultura de la vida, al origen de la contradicción entre la solemne afirmación de los derechos humanos y su trágica negación en la práctica, el cual está insertado en un concepto de libertad que exalta de modo absoluto al individuo y acaba por ser la libertad de más fuertes contra los débiles.
Si cogemos carrerilla de la buena y volvemos a los buenos pastos hasta es incluso podamos iniciar nuestras buenas aventuras de nuevo, navegar por nuestro Mediterráneo y llegar a apuestas que merezcan la pena con los países que lindan con nosotros, aunque sean de otras culturas pero que, ante todo, encinas y alcornoques, jaras, romero y tomillo, entre otros, sigan viendo la gran apuesta de un Mediterráneo que tiene mucho que decir hoy y mañana. Y, todo ello, sin olvidarnos de las profundidades repletas de grandes tesoros de todo tipo.
MARIANO GALIÁN TUDELA
