Podríamos subirnos al tren del autoengaño y creer que la habitual presencia de dinosaurios verdes (lo normal y lo moral) en el jardín no van a cambiar nuestro modo de vivir, pensar y avanzar, a sabiendas de que se nos tragarán sin piedad.
Podríamos defender a quienes creen en el pensamiento mágico, alejado de datos científicos, cifras y avales que se asientan sobre el peso de la historia de la humanidad.
Hemos oído en los últimos tiempos frases con las que personalmente estoy de acuerdo...
Ahí van : «El feminismo es sectarismo y busca la confrontación entre sexos», «El 8-M es feminismo de photoshop», «La brecha salarial no existe», «Las cuotas son innecesarias»... ¿Y por qué me las hago mías? Porque son ciertas.
Esta sociedad puede seguir autoengañándose, tratar de domesticar al dinosaurio verde (lo normal y la normalidad), y continuar con el letrero que dice «el varón es malo por el mero hecho de ser varón, y con él no se consigue la igualdad»...
¡Ojo! ¿No suenan mejor carteles como «familia», «igualdad de oportunidades» o «mérito»? ¡Por supuesto! El feminismo radical pondría carteles del estilo «caza y pesca», pero imaginen : el pobre animal (el dinosaurio verde y normal) correría despavorido, y no es plan, y por algo está donde está, que no ha venido solo.
Podríamos creer que quizá, presentándole al elefante morado (el feminismo), uniríamos los polos opuestos, y lograríamos la cuadratura del círculo, pero no, porque cada vez existe más silencio, un silencio que existe para hacer a ese cruel feminismo...
¡Los hombres respetuosos y educados no proferimos gritos obscenos, gritos obscenos que caracterizan a ese maleducado y grosero feminismo! ¡Es más, sabemos que ese elefante morado (qué color más horrible) echa a veces espuma por la boca y no controla la trompa! Ese elefante morado (el feminismo) presume de radicalidad arrasando muchos de los espacios de consenso más preciados, esos que tanto ha costado construir.
Ese feminismo o elefante morado está de reformas, reformas que suponen odiseas cada vez más perniciosas, y lo que van consiguiendo no es igualdad, es un daño moral que siempre ejerce lo salvaje.
Podríamos ponernos en off, para no meternos en líos y seguir nuestra vida de un día cualquiera defendiendo que las banderas del radicalismo han tapado al resto, pero no hay animal que pueda alcanzar la veleta que sigue girando en la misma dirección en el tejado.
El dinosaurio verde (la normalidad) ha dejado de ser hogar para príncipes y princesas, y se va convirtiendo por desgracia en elefante morado (feminismo radical) con mariconadas de todo tipo : tortilleras, gays, transexuales, travestís...
¡Debemos hacer frente al elefante morado, a ese animalote que quiere pisar la dignidad de nuestra sociedad!
