Sentido del humor y comediantes

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El sentido de mis letras...

Sentido del humor y comediantes

Alguien dijo una vez que “la vida es básicamente el sentido del humor, el sentido del amor y un montón de sinsentidos”, y desde luego, no le faltaba razón.

Pero si conocen algo de Honoré de Balzac, él no fue, ya que el novelista y dramaturgo francés nos dejó su mejor obra literaria, inmensa, con el título de «La comedia humana», donde realiza un vivo retrato de la sociedad francesa del siglo XIX, analizada minuciosamente en todos los aspectos.

Quiso realzar lo humano frente a su admirada «Divina comedia» de Dante Alighieri, y yo me tomo la libertad de aprovechar estos tesoros literarios para desarrollar esta columna.

Etimológicamente, comedia deriva del griego y significa fiestas en homenaje al dios del vino Dionisos, y complementariamente cantores que entonaban piezas burlescas o de sátira política.

Hoy en día la comedia hace alusión tanto al teatro en general, como a una obra dramática teatral o cinematográfica en cuya acción predominan los aspectos placenteros, festivos o humorísticos, con final feliz.

Asimismo se aplica concretamente al género cómico, y otra acepción nos remite al significado de farsa o fingimiento.

Hay un elemento característico que se constituye en símbolo de todos estos significados : la sonrisa, el gesto de unos labios que se ensanchan de forma longitudinal y curvada, la sonrisa como instrumento y la sonrisa como objetivo.

Ambas forman parte de la comedia humana, en la que unos adoptan el papel de actores con la misión de provocar, y otros, de espectadores anhelantes de recibir la medicina que les ilumine el rostro o incluso el alma.

Siempre he admirado a los buenos comediantes (los malos son un insulto a este género), me gusta tenerlos en mente lo más cerca posible y siempre han sido bienvenidos a mi diversión en programas de humor.

Sí, los comediantes son esos seres generosos, capaces de ablandar una cara seria con su buen humor, de arrancar una carcajada externa o interna, de limar asperezas a base de ternura y lindos elogios, de levantar hasta las nubes a los alicaídos y cabizbajos varios, ajenos al sentido del ridículo y bien colmados del sentido de la simpatía.

Hubo quien dijo que los comediantes son “como las flores en primavera, son unos amores, y por ello son imprescindibles”.

Desde aquí deseo dar las gracias a estos comediantes por existir, y a los que ya no están, por haber existido.

No me olvido de que en el espectáculo humano también hay aspirantes con sonrisa fingida, los farsantes, mucha farsa, de la que no hace ni pizca de gracia, y es tan fácil distinguirlos en su mundo de tonterías y chascarrillos, como ignorarlos.

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