Brutal agresión a un vigilante de seguridad en euskotren

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Brutal agresión a un vigilante de seguridad en euskotren

El pasado lunes, la estación de Euskotren en Amorebieta fue escenario de un acto de violencia deleznable que a conmocionado a trabajadores y usuarios del transporte público. Un vigilante de seguridad fue víctima de una brutal agresión mientras intentaba impedir que tres jóvenes accedieran al tren sin pagar.

Según el relato de este profesional agredido, al intentar detener a los infractores, uno de ellos le arrebato la defensa reglamentaria y lo golpeo repetidamente en la cabeza, dejándolo inconsciente. Este ataque no solo pone en evidencia el riesgo que enfrentan diariamente los vigilantes de seguridad, sino también las carencias en las medidas de protección para estos profesionales.

No es la primera vez que se producen agresiones contra el personal de seguridad en el transporte público. Este tipo de incidentes han ido aumento en los últimos años, especialmente donde el flujo de pasajeros es elevado y las medidas preventivas son insuficientes, en este caso y como de costumbre este vigilante estaba trabajando solo, una practica habitual que lo dejo completamente desprotegido frente a un grupo violento.

La agresión sufrida por este profesional debe ser un punto de inflexión para replantar las políticas de seguridad de las empresas en el transporte público. Una acción la cual llevo planteando muchísimos años es que los vigilantes siempre trabajen en parejas. La presencia de dos profesionales no solo actuaria como elemento disuasorio frente a posibles agresores, sino que también permitiría una respuesta más efectiva ante estas situaciones conflictivas. En la actualidad la mayoría de los vigilantes de seguridad trabajan solos debido a restricciones presupuestarias o falta de interés por parte del cliente, lo que deja expuestos a riesgos innecesarios.

Otro punto muy importante es la colaboración de los cuerpos policiales y los servicios privados de seguridad debe intensificarse, especialmente en estaciones o tramos identificados como conflictivos. Patrullas conjuntas o mayor presencia policial periódica pueden ser clave para prevenir estos incidentes. Este incidente no solo refleja un problema estructural en la gestión del transporte público, sino también una falta alarmante de consideración hacia quienes velan por nuestra seguridad. Los vigilantes son el primer frente ante conflictos e infracciones, pero trabajan bajo condiciones precarias, sueldos indignos y sin respaldo suficiente.

Es hora de que Euskotren y las autoridades competentes asuman su responsabilidad y adopten medidas concretas para proteger a estos profesionales y garantizar un entorno seguro tanto paro los usuarios como para los vigilantes de seguridad. Esta violencia hacia este sector no puede ni debe ser normalizada ni tolerada bajo ninguna circunstancia. Este caso debe de servir como recordatorio: proteger a quienes nos protegen es una obligación moral e institucional.

José Antonio Carbonell Buzzian Asesor, Auditor y Consultor de seguridad

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