Este ambiente político permanente de hoy día paraliza la perfecta fluidez de las instituciones, simplemente porque el sistema de partidos, tras unas elecciones, prioriza la estrategia de las siguientes.
Por si esto fuera poco, hasta el propio discurrir de los grandes partidos en su ámbito interno, también acaba afectando al último ciudadano de a pie.
La desafección política es lógica y razonable, pero también tenemos que analizar que beneficia a unos pocos y que también se incentiva por ellos, por lo que, por el interés de muchos, deberíamos volver a recuperar la sensatez y cambiar la imagen, ya que la política tiene que mejorar las vidas de los ciudadanos, y éstos deberían percibirla como algo positivo y creativo.
En cualquier discusión o comentario del pueblo más pequeño, se debate entre el blanco y el negro, con posiciones preestablecidas e inamovibles que proporcionan los comentarios de los medios de comunicación afines a sectores totalmente enfrentados.
«Todos los políticos son iguales» es una frase que no hace demasiado bien, pues todos en nuestros cometidos profesionales sabemos que hay de todo : hay profesionales que tienen éxito y otros no, hay profesionales que hacen bien las cosas y otros no, y hay profesionales que se dejan la piel y otros no.
Por eso mismo, tenemos que intentar analizar de manera más objetiva el trabajo de nuestros políticos a nivel general, porque además de lo ideológico hay un factor determinante que es la capacidad de gestión, por lo que hay que valorar las diferencias, ya que tratar a todos por igual no ayuda.
Vemos partidos o agrupaciones que cuando no ganan las elecciones o no gobiernan, no saben perder y no aceptan el resultado, tomando actitudes negativas y dañinas que por supuesto que afectan al rival, pero principalmente a la institución correspondiente y a la ciudadanía.
Creo que en ese saber perder y aceptarlo de manera constructiva, y también el saber ganar y aceptarlo de manera constructiva, podemos llegar a pensar que nuestro entorno puede tener un futuro de éxito.
