Moisés S. Palmero Aranda
Educador ambiental
Doña Carmen Crespo se ha enfadado y ha incendiado las redes
con un video, porque
Ecologistas en Acción ha llevado su campaña de “El verdadero precio de los
alimentos” al Parlamento Europeo, donde ha expuesto diez roll ups, un
documental y un informe hablando de la insostenibilidad de la agroindustria en
España para que los consumidores europeos conozcan qué hay detrás de los
tomates y las fresas que se comen.
En realidad,
con quien está enfadada es con el Ministerio de Transición Ecológica del
partido socialista, al que
acusa de financiar y llevar la campaña “de mano de algunos ecologistas”, y
exige su retirada in-me-dia-ta-mente porque miente y criminaliza a los
agricultores de toda España, aunque a ella le duelen los murcianos y andaluces
y, como no puede ser de otra
manera, los almerienses.
Aunque todos han querido entender que el video va contra los
desvergonzados, antipatriotas e insolidarios ecologistas, desde mi punto de
vista es un ejercicio más del cinismo político en el que nos manejamos los
últimos años, que utiliza cualquier oportunidad para soltar improperios contra
su contrincante y ganar un puñado de votos. Estoy seguro de que no ha
presentado esta petición-exigencia-ultimátum por escrito ni en el Ministerio ni
en el Parlamento Europeo. Supongo que habrá pensado que cuando alguien vea el
video en las redes sociales de su afín Elon, se habrá avergonzado y correrá
presto a cumplir sus órdenes para no generar un conflicto político y, además, no saturar los registros
telemáticos de las administraciones, que con el apagón deben estar echando
humo.
Tengo la sensación de que es un video improvisado en algún
descanso del Congreso que los populares europeos han hecho en Valencia. Alguien
le tocaría el tema y le diría que debía hacer algo. Así que ni corta ni
perezosa le diría a su amigo, pupilo y sucesor en la Consejería de Agricultura:
“Ramoncito vamos a hacer un directo, que se van a enterar estos de cómo
manejamos en España a los rojos, pero enfoca el cartel, que no salga el barro
de la DANA”.
Si tiro de ironía es porque estoy cansado de tener que
explicar que el ecologismo no va contra la agricultura ni los agricultores de
Almería. Reconocemos el esfuerzo que se ha hecho en las últimas décadas en
minimizar los impactos ambientales y sociales, pero seguimos siendo críticos
porque hay mucho todavía por hacer. ¿Se hace mejor que en otros sitios? Sí,
pero a nosotros también nos duele nuestra tierra y queremos mejorarla.
Porque, a
pesar de reciclar un 95% de nuestros residuos, sigue habiendo cientos de
vertederos incontrolados en la provincia, de los que se han puesto denuncias,
registradas, y no se ha
hecho nada. Porque, a pesar
de rentabilizar cada gota de agua, nuestros acuíferos están sobreexplotados,
salinizados y el déficit hídrico sigue por las nubes a pesar de las
desaladoras, que son una solución para nuestra agricultura porque el agua está
subvencionada.
Porque se tira un tercio de la cosecha (agua, dinero y
trabajo) por los caprichos del mercado para mantener los precios y a costa del
esfuerzo e inversiones del agricultor. Porque por las mañanas se siguen viendo
en las rotondas esa selección de personal que llega desde los numerosos
poblados chabolistas que de vez en cuando tiramos,
sacando pecho, pero sin dar
soluciones reales al problema. Porque fondos de inversión extranjera están
viniendo a especular a la provincia y sometiendo más al agricultor para sacar
más rendimiento en los balances económicos. Porque los intermediarios y
comercializadores se hacen de oro mientras se mean en la Ley de la soberanía
alimentaria. Porque en nuestros ecosistemas y espacios naturales vemos como
desaparecen por arte de magia los artos, los fondos marinos se cubren de
microplásticos y especies emblemáticas como el fartet y la malvasía de las
Albuferas de Adra, el pueblo de Doña Carmen, están en declive.
La agricultura de Almería, por supuesto que no es solo lo que cuentan los ecologistas. Hay que estar orgullosos de lo que se ha hecho aquí y defender nuestra forma de vida, pero las imágenes, datos científicos y testimonios que aparecen en el documental y la exposición no se preparan, son reales. ¿Son medias verdades, relatos incompletos? Pues lo mismo que cuando solo se habla de la selva amazónica, el albedo solar, la visión de los astronautas, el crisol de civilizaciones que conviven aquí y la sostenibilidad de los invernaderos.
El ecologismo no es enemigo de nada ni de nadie, solo una
forma de hacer política donde no solo se premia y se valora el beneficio
económico, sino donde se trabaja para alcanzar el verdadero equilibrio entre
hombre y naturaleza, entre economía, conservación del medio ambiente y justicia
social, y donde se piensa en
el futuro y no solo en el presente.
Que no se preocupe doña Carmen, que los consumidores
europeos no van a dejar de consumir nuestros productos porque las campañas
millonarias del sector para vender las bondades de la agricultura multiplican
por mil este tipo de campañas, y porque vivimos en una sociedad contaminada del
consume hasta morir, donde el precio es lo único que se valora, donde el
“porque yo lo valgo y me lo puedo permitir” es suficiente. Por desgracia, seguimos comprando alimentos,
tecnología y ropa de marca fabricados por niños en condiciones infrahumanas en
el tercer mundo, que expolian los recursos naturales de terceros países, que
provocan guerras para conseguirlo. Todo nos da igual porque nuestra imagen, el
yo, el ahora, la urgencia, la moda, el estatus, es lo único que valoramos de lo
que nos rodea.
Y puestos a exigir que el Ministerio deje de subvencionar
este tipo de campañas críticas, basadas en estudios científicos, que tratan de
buscar soluciones, el equilibrio y de minimizar los impactos, yo exijo que se
dejen de financiar en Andalucía, por ejemplo, charlas en centros escolares para
promocionar la caza o la tauromaquia.
Nuestros políticos tienen que debatir, acordar y solucionar
los problemas en los parlamentos y deberían olvidarse de las redes sociales, o
al menos ser más serios en sus críticas y sus propuestas. Si doña Carmen quiere
ayudar a los agricultores, que no lo dudo porque su trayectoria le avala, que
se olvide de los ecologistas y que vaya contra la Unión Europea que ahoga a
nuestros agricultores y permite la entrada de productos de terceros países sin
ningún control sanitario, ambiental y social.
Y ya que estamos, siempre me gusta recordar que ecologistas, que trabajan de forma voluntaria por el bien común, no hay ninguno en la cárcel. Sin embargo, políticos profesionales, con sueldos estratosféricos, que dicen trabajar por el bien común, hay muchos encarcelados por traicionar a su partido, a sus votantes, a la ciudadanía, a su país, y que pisotean sin escrúpulos sus principios, ideales y palabras para llenarse sus bolsillos y los de sus amigos.
Por cierto, me preocupa más el incendio de la Sierra de Gádor de este fin de semana que estos simplones provocados para ganar protagonismo, pero agradezco a la eurodiputada la publicidad. Confío en que mucha más gente quiera ver la campaña que Carmen Crespo quiere cen-su-rar y así sacar sus propias conclusiones.
