La ciudad autónoma de Ceuta, enclavada estratégicamente en el norte de África y separada físicamente de la península ibérica, se enfrenta a múltiples desafíos estructurales. Entre ellos, uno destaca por su impacto directo en la economía, la movilidad y la cohesión social: la urgencia de mejorar y reforzar sus conexiones marítimas y aéreas con el resto del territorio español.

Un cuello de botella logístico

Durante años, la principal vía de entrada y salida de Ceuta ha sido el transporte marítimo desde Algeciras. Sin embargo, la dependencia casi exclusiva de este puerto ha generado un cuello de botella logístico. Retrasos en las travesías, escasa frecuencia en determinadas franjas horarias, condiciones meteorológicas adversas y una infraestructura portuaria con márgenes de mejora han limitado el potencial económico de la ciudad.

Conectividad aérea: una oportunidad desaprovechada

Mientras que Melilla ha apostado por el desarrollo de conexiones aéreas con Málaga, Almería y Madrid, Ceuta aún carece de un aeropuerto. El helipuerto, aunque útil, no puede compararse con las posibilidades logísticas, turísticas y comerciales que ofrecería un aeropuerto regional.

La ausencia de conexiones aéreas limita la movilidad de los ceutíes y reduce las oportunidades de desarrollo económico y turístico. Para muchas empresas, la falta de acceso directo es un obstáculo que desincentiva su implantación.

¿Es posible un aeropuerto en Ceuta?

Pese a las dificultades orográficas y de espacio, existen propuestas viables para dotar a Ceuta de una infraestructura aérea funcional. Una de las alternativas más estudiadas en los últimos años es la construcción de una pista de aterrizaje sobre una plataforma artificial en el mar, similar al modelo del aeropuerto de Kansai en Japón o Gibraltar, aunque a escala reducida.

Este aeropuerto flotante podría ubicarse frente a la bahía sur o al este de la ciudad, conectado mediante un viaducto o túnel. Si bien se trata de un proyecto ambicioso y de alto coste, su impacto transformador sería inmenso: permitiría vuelos de corto y medio alcance con aeronaves ligeras, ofreciendo conexiones rápidas con Málaga, Sevilla o Madrid.

Otra posibilidad, menos costosa pero igualmente funcional, sería habilitar una base de operaciones para aviones STOL (de despegue y aterrizaje corto), como los utilizados en zonas remotas de Escocia o Alaska. Estos podrían operar desde una pista de tamaño reducido, combinando eficiencia con menor impacto ambiental.

La viabilidad técnica y medioambiental debe ser evaluada cuidadosamente, pero el debate debería estar ya en la mesa.

Repercusiones en el empleo y el desarrollo

La mejora en la conectividad especialmente aérea tendría efectos inmediatos en la atracción de talento, en el crecimiento del sector turístico y en la mejora del tejido empresarial. También permitiría a Ceuta posicionarse como un hub estratégico entre Europa y el norte de África.

Además, se aliviarían los sobrecostes logísticos que sufren las empresas ceutíes, se reduciría el aislamiento social de sus ciudadanos y se abriría una nueva vía para la cooperación con otras regiones periféricas.

Hacia una solución estructural

La solución no es única ni inmediata, pero debe comenzar con voluntad política. El Gobierno central debe asumir que la continuidad territorial no es un privilegio, sino un derecho. Las inversiones en infraestructuras marítimas y aéreas deben ser parte de una estrategia global para el desarrollo sostenible de Ceuta.

Conclusión

Ceuta necesita un salto cualitativo en sus infraestructuras para dejar de ser una periferia desconectada. Un aeropuerto, aunque técnicamente complejo, es posible y puede representar un punto de inflexión en el futuro de la ciudad. Apostar por la conectividad es apostar por el desarrollo, la igualdad de oportunidades y la verdadera integración territorial.

José Antonio Carbonell Buzian