La notable influencia del Conde de Floridablanca en el nacimiento de Estados Unidos como nación libre, soberana y de oportunidades

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La notable influencia del Conde de Floridablanca en el nacimiento de Estados Unidos como nación libre, soberana y de oportunidades

"Esta república federal nació pigmea por decirlo así y ha necesitado del apoyo y fuerzas de dos estados tan poderosos como España y Francia para conseguir la independencia, llegará un día en que crezca y se torne gigante y a un coloso temible en aquellas regiones. Entonces olvidará los beneficios que ha recibido de las dos potencias, y solo pensará en su engrandecimiento." Con estas premonitorias palabras se refería en el año 1783 el Conde de Aranda, por aquel entonces embajador de España en París, a la independencia de los Estados Unidos, antaño trece territorios coloniales ingleses que siete años antes se constituían como una nación llena de oportunidades y con un potencial de influencias colosales en la geopolítica y economía mundiales.

Al hilo de estas afirmaciones del que antes de su etapa diplomática en Francia sería Presidente del Consejo de Castilla con Carlos III, se puede tener en cuenta la importancia de la ayuda española al nacimiento de Estados Unidos como nación democrática, libre y de gobierno limitado y que, como proclama su Declaración de Independencia de 1776, "los hombres son creados iguales" y "gozan de derechos inalienables como los de la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad". Y valiosas en este sentido de ayudar a la génesis del país norteamericano fueron las gestiones de un gobernante de primera línea con Carlos III en esos tiempos de rebelión contra el rey Jorge III de Gran Bretaña, nuestro paisano José Moñino, el Conde de Floridablanca.

Como destaca en sus investigaciones el Catedrático de Historia Moderna de la Universidad de Murcia, Javier Guillamón, el apoyo a la lucha por la independencia estadounidense Floridablanca lo materializó "de forma cautelosa y prudente", digamos que secreta incluso, a través de préstamos a los colonos sublevados y envío desde puertos españoles de armamento, tiendas de campaña y un contingente de once mil hombres en pro de la causa independentista norteamericana. Esta gesta de José Moñino, que, reseña Guillamón, se carteaba con los primeros presidentes de EEUU George Washington o Benjamin Franklin, es una de las muchas y ejemplares que lo convierten por derecho propio en el personaje histórico de más entidad y proyección universal en la historia de nuestra tierra murciana y uno de los españoles más destacados en el contexto mundial.

Referencias admirables de un hombre de Estado que, desde una actitud de concordia, aportó a España y a Murcia su labor modernizadora/dinamizadora de instituciones artísticas, históricas y académicas e infraestructuras (la creación de la red nacional de carreteras, del Banco de España y el censo de población, la construcción de más millar y medio de puentes, puertos y canales...) en una época de cambios, en una etapa de transición donde se dilucidaba entre revolución, reforma o reacción optando Moñino por la modernidad a partir de los cánones ilustrados en boga.

Atendiendo a lo antes apuntado, la conmemoración del 250 aniversario de la Declaración de Independencia que tendrá lugar el año próximo sería la ocasión propicia, como subraya el diplomático Eduardo Garrigues, para que nuestro país hiciera valer en toda su plenitud la importancia de la ayuda de la monarquía de Carlos III, de figuras de gran talla histórica y política como el Conde de Floridablanca, en el nacimiento de Estados Unidos como nación. Ahí va esta propuesta de justicia y gratitud.

 Juan José Ruiz Moñino

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