
Muchas son las personas que piensan que la agricultura podría desaparecer, pero lo único que ha cambiado, ha sido la forma de trabajar en el sector agrícola. Actualmente la especialización, formación y mecanización, siguen haciendo de la agricultura un sector interesante, pero poco rentable.
Los consumidores no valoran la alta calidad de nuestros productos. Se inclinan hacia otros más económicos sin importarle su calidad, procedencia, o seguridad alimentaria. Hoy en día, en la mayoría de los supermercados existen una gran variedad de productos agrícolas, y eso hace pensar a los consumidores que estos, son de fácil producción y una fuente inagotable. Todo lo contrario.
Los agricultores tienen que luchar a diario con las nuevas normas impuestas desde Bruselas debido a la Agenda 2030: El famoso Pacto verde, ley de la naturaleza, del campo a la mesa y, recientemente, las nuevas directivas sobre las zonas vulnerables.
A esto hay que añadir la nula inversión por parte del gobierno central en obras hidráulicas. La escasa visión de un verdadero Plan Hidrológico Nacional que conecte las cuencas excedentes con las cuencas deficitarias, para que el agua, que es un bien común de todos los españoles, llegue a todos los rincones de España.
La falta de previsiones ante los largos periodos de sequía, las olas de calor, las granizadas e inundaciones, que por desgracia van aumentado afectan, no solo a la producción agrícola, sino también a los sistemas de abastecimiento hídrico y a la estabilidad socioeconómica de las zonas rurales.
Hay informes que destacan la inviabilidad de la agricultura europea, que está en juego, especialmente en regiones altamente expuestas como el sur de Europa, en particular, el área mediterránea. En el caso concreto de España, cuya economía rural está profundamente vinculada a cultivos vulnerables como las hortalizas, frutales, cítricos, viñas etc., las amenazas no son futuras, sino realidades que afectan a la producción. Reducen los ingresos de los agricultores, encarecen los alimentos y tensionan las económicas rurales.
De continuar esta situación, con la ineficacia de la administración central, para tomar soluciones que puedan mitigar la vulnerabilidad de algunas regiones agrícolas de España; la Región de Murcia, Andalucía, Castilla-La Mancha, podrían llegar a perder más del 3% de su Producto Interior Bruto (PIB) agrícola. Este nivel de impacto tendrá implicaciones directas en el empleo rural, en las exportaciones agroalimentarias y en la capacidad de las exportaciones para reinvertir y mantenerse operativas.
Según la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO), de cara al 2050 llegaremos a una población de unos 9.500 millones de personas. Y la pregunta seria, ¿cómo se podrá alimentar a tal cantidad de personas, si cada vez imponen más normas inútiles que dificultan el desarrollo de nuestro sector primario?
Les exigen a los agricultores y ganaderos que, con menos terrenos cultivables y menos recursos hídricos, produzcan más alimentos. El problema no está en los agricultores, sino en los urbanitas que rigen los destinos del sector primario que carecen de conocimientos sobre agricultura y ganadería. Pronto se verían los resultados si fuesen sustituidos por técnicos en la materia.
Actualmente el aumento de la población y las innovaciones agrícolas son dos fenómenos estrechamente relacionados.
El sector agrícola debe apostar por la tecnología. Son cada vez son más los agricultores, técnicos y responsables de explotaciones que invierten en estos recursos y procedimientos.
Las principales tendencias que definirán el futuro de este sector serán:
Formación y motivación de los nuevos agricultores que permitan el relevo generacional. Ayudas por parte de CE para los jóvenes agricultores. Este es el principal problema de la agricultura.
La digitalización del campo aplicando las nuevas tecnologías que permitan mejorar la eficiencia de los cultivos, y optimizar los recursos disponibles.
La utilización de sensores y monitoreo remoto, para conocer cada instante la situación de los cultivos.
La renovación de la maquinaria antigua por nuevos vehículos con mayores prestaciones.
La informatización de los sistemas de riego, para optimizar todos los recursos hídricos.
Automatización del campo para la recolección.
Fomentar y promocionar los productos españoles, frente a los productos extranjeros.
La Comunidad Europea tiene que hacer una apuesta seria y decidida para fomentar todo el sector primario europeo. Esto ayudara a que nuestra agricultura no se extinga, y pueda alimentar a las nuevas generaciones. Pero, sobre todo, que el sector primario, sea un sector con futuro.
José García Martinez