
¿Cómo dice? ¿Me lo define, por favor? La persona que se dedica al estudio y a la recopilación de dichos o refranes, es un “paremiólogo”.
Ignoro si usted, amigo lector, sabía de la existencia de esta actividad laboral, pero creo saber que su primer pensamiento ha sido preguntarse si ejercer esta profesión sirve para algo, y esa es una reflexión lógica que nos lleva al tema que quiero tratar hoy : la importancia de lo aparentemente inútil o, dicho de otra manera, lo útil que es lo que nos parece inútil, y es un tema que, por supuesto, no es nuevo en la historia de la humanidad.
Existe un ensayo titulado «La utilidad de lo inútil», que es una sublime recopilación de ideas y reflexiones efectuadas por diferentes escritores y filósofos sobre la importancia de lo que parece inútil.
Abordemos pues el tema desde una perspectiva más terrenal y alejada de las grandes afirmaciones de los sabios, y es que el primer problema que se debe resolver es la propia definición de lo útil, ya que lo que para usted es útil puede ser extremadamente inútil para mí, y viceversa.
Dicha esta obviedad, parece existir un consenso general sobre la existencia de estudios inútiles, que deben ser evitados si se pretende llegar a ser alguien de provecho, y son unos estudios que para la mayoría se asocian con las carreras humanísticas o de letras, como se decía en otra época.
Si no viviéramos en una sociedad tan materialista, entenderíamos que toda formación suma, pues ayuda a realizarse y a crecer como persona, pero de algo hay que vivir y para encontrar trabajo hay que estudiar o formarse en algo útil, es decir, encontrar algún estudio que dé dinero. O eso dicen. Y punto.
¿Y los hobbies? ¿En qué categoría entran? ¿Qué sentido tiene que me dedique como aficionado al aeromodelismo? ¿No es inútil dedicarse a algo que al fin y al cabo sólo nos cuesta tiempo y dinero? Aquí creo que estamos todos de acuerdo respecto a la utilidad de estas actividades porque entendemos que obtenemos un placer, una diversión o un momento de asueto que todos necesitamos en nuestro día a día, por lo que lo inútil pasa, casi por arte de magia, a ser necesario.
Y tercer punto. ¿Ha observado la cantidad de objetos aparentemente inútiles que se acumulan en su escritorio o en el de sus compañeros de trabajo? Muñequitos, la foto de la familia, recuerdos de las vacaciones o frases ingeniosas para motivarse.
Nadie, ni el propio interesado, las observa, las lee o las aplica, y sin embargo, allí están y tienen una función muy importante que suele pasar desapercibida : toda esta parafernalia aporta seguridad y una sensación de hogar y de privacidad que hace que el puesto de trabajo, en el que tantas horas pasamos, sea un poco más acogedor, personal y humano.