Cuando nos cuelan ideologías

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El sentido de mis letras...

Cuando nos cuelan ideologías

Es conveniente mantenerse prevenido y perseverante al objeto de que un determinado uso del lenguaje no “acabe colándonos una ideología” en contra de nuestros intereses individuales o colectivos.

El lenguaje hay que describirlo de manera nítida y comprensible, ya que un mal uso puede llevar a “confusión y tergiversación”.

Un ejemplo es el uso de ese lenguaje por parte del nacionalismo vasco, con el fin de que su “imaginario colectivo”, a base de repetición, se hiciese aceptable para el común de la ciudadanía no nacionalista.

Esa utilización confusa y ambigua del lenguaje comienza por la propia denominación del Partido Nacionalista Vasco (PNV) como “nacionalista”, pretendiendo, con ello, dar cuerpo a una presunta confrontación entre naciones, de igual a igual.

En propiedad, sólo cabría denominarlo como “separatista” o “independentista”, ya que mediante actuaciones perseverantes en el tiempo el objetivo final perseguido por el PNV no es el de la defensa de los derechos de una nación frente a otra, de la que, de hecho, el País Vasco forma parte, sino el de la separación o independencia de una parte de la nación española del conjunto de la misma.

Este objetivo se plasmó en aquel “Plan Ibarretxe”, al que al menos hay que reconocerle la honestidad de pretender materializarlo mediante el uso de los recursos legales disponibles, no consiguiendo su aprobación, pero el objetivo subsiste.

En palabras del lehendakari Carlos Garaikoetxea en los años 80, “la independencia para un nacionalista vasco es como la luna para un poeta : sabe que nunca conseguirá alcanzarla pero no deja de soñar con ella”.

De igual manera, durante años, se ha venido denominando al Grupo Parlamentario del PNV como el “Grupo Vasco”, atribuyéndosele una exclusividad de la representación de los vascos, que, obviamente, no le correspondía..

Curiosamente, han perdido este carácter de representación exclusiva, con la constitución de otro Grupo Parlamentario independentista vasco, de carácter más radical, que es el de EH Bildu.

Continúa siendo una falacia “atribuirles a los dos la representación de los vascos” ya que, lógicamente, hay representantes (vascos o no) en el Congreso de los Diputados elegidos por ciudadanos del País Vasco (vascos o no), que no forman parte de ninguno de los dos Grupos Parlamentarios.

Esta “técnica de ideologización” del lenguaje no ha desaparecido en ningún momento, pero en ciertas ocasiones se pone de manifiesto “con renovada energía”, tal y como sucede en los debates en el Congreso de los Diputados, y me refiero al trato dispensado por el Gobierno a las víctimas del terrorismo con la estrategia de acercamiento continuado de presos de la banda terrorista ETA a cárceles próximas al País Vasco.

En la tribuna del Congreso se emplea por parte de los diputados de EH Bildu el término “el conflicto” para referirse a un presunto desencuentro sin resolver entre dos sociedades, la vasca y el conjunto de la española.

Con la utilización de ese término, pretende darse una justificación a las actuaciones de personas condenadas por asesinatos, extorsiones, chantajes..., como si el asesinato de inocentes pudiese encontrar algún tipo de justificación. 

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