Hoy día, nos sobran “personajes y personajillos” que se dedican a invadirlo todo de “agudo politicismo”, un politicismo simple que lleva años regodeándose en la desdicha de los ciudadanos que lo están pasando mal ante las crisis económicas, sociales y políticas, crisis feroces y despiadadas.
Sobran estos personajes que se dedican a simplificarlo todo y a querernos convencer de que reneguemos de nuestra reciente historia, y son personajes a los que de forma irresponsable la “intelectualidad” les está rindiendo tributo a costa de polarizar la vida pública hasta el hartazgo y elevando a la categoría de fenómeno social lo que hasta ahora no eran más que meras anécdotas políticas que pasaban de puntillas por la Historia.
Hubo quien dijo que “la falta de política ha llevado a una politización general de la vida que me parece sumamente peligrosa : hace falta que haya política; primero, porque es necesaria; segundo, para que entonces la mayoría de las cosas de la vida no sean políticas, porque lo que ocurre es que cuando no hay política donde debe haberla, se derrama confusa e irresponsablemente por la sociedad y está en todas partes”.
Alguno dirá que eso es muy antiguo y que ese análisis político y sociológico está superado por la Historia, y habrá incluso quien lo tilde de reaccionario, también algunos dirán desde su “búnker socialcomunista” que es una frase de ámbito fascista, simplemente porque su análisis no cuadra con lo políticamente adecuado.
Y es que desde que nos han atrapado las crisis en todos los ámbitos, la crisis intelectual está llegando a extremos delirantes.
Por no hablar de los “fundamentalistas del independentismo”, que todo lo apuestan al largo plazo mientras pretenden hacernos ver que somos idiotas porque no vemos que todo está mucho mejor desde que ellos salen a la palestra.
La historia es como un río que fluye y nosotros somos los pasajeros de un barco que navega sobre sus aguas, y desde hace unos años discurre revuelto porque una tormenta está a punto de hacerlo desbordar y, en la riada, hacer zozobrar el barco.
En esta vorágine unos quieren remar hacia adelante huyendo de la crecida a riesgo de precipitarse en el abismo de una catarata y otros pretenden remar hacia atrás hasta alcanzar el sueño de llegar al manantial, cuando el río todavía no era ni siquiera un río, aunque para ello tengamos que volver a la tormenta.
Decía el filósofo griego Heráclito “que todo fluye y nada permanece y nos ponía el ejemplo del río en cuyas aguas no podemos bañarnos dos veces, porque cada vez el río es otro diferente”.
