Cambios sociales, por Mariano Galián

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Cambios sociales, por Mariano Galián

Haber dejado las Humanidades de lado, los buenos eventos artísticos e incluso el acudir a museos de prestigio dice mucho de una sociedad. Antes o después el empobrecimiento resaltará en nuestras vidas y en nuestros municipios. Porque acercarse a la cultura, a la buena cultura nos irá proporcionando buen conocimiento y buena sabiduría emocional; contribuirá a tener una visión más rica y significativa de nuestras experiencias ayudándonos a comprender, al menos un poco, las cosas más profundas que suceden a las personas que nos rodean. De ahí que se reivindique "el código humanista" como una cierta suerte de terapia.

Del valor catalizador de las humanidades habló ya Aristóteles a la función catárquica de la tragedia. De modo análogo, las experiencias con grandes obras de arte nos ayudan a ahondar en fenómenos o aspectos que no son fáciles de escribir. Haber visitado la catedral de Chartres o leer los hermanos Karamázov no nos proporcionará información, sino que nos eleva, ensancha y transforma.

El arte a la lectura pueden ser la clave para, en primer lugar, mejorar nuestros estados de ánimo y cultivar relaciones sociales sanas. Y, en segundo término, nos servirá para moderar tanto la excesiva politización como la falta de valores éticos y morales. Cultivándonos, abrimos la mente y "adquirimos formas más amplias de ver el mundo". La cultura, pues, nos vacuna frente a los procesos de tribalización y previene el enfrentamiento social.

Muchos son los que ya se han convencido del valor de la buena cultura no a partir de sesudas abstracciones, sino gracias a su propia experiencia personal. Los que hemos pasado por la universidad recordamos cuando se hablaba del sentido de la vida y, mejorábamos como el buen vino nuestros gustos, enderezábamos nuestras conductas gracias a buenos libros, películas e incluso canciones del momento.

Pero ¿por qué es tan central el arte? Si las viviendas culturales son tan determinantes, es porque "la creación artística es el acto humano elemental. Cuando se pintan cuadros, componen poemas o escriben relatos, los artistas elaboran una representación compleja y coherente del mundo. Y es eso, a fin de cuentas, lo que hacemos todos cada minuto mirando a nuestro alrededor. Todos somos, de alguna manera, artistas.

Al mismo tiempo, la buena cultura nos hace mejores. Ello no significa que nos mostremos partidarios de combinar el arte con moralina. Todo lo contrario: la mejor obra de arte es aquella que contribuye a sensibilizarnos éticamente, aunque no nos lo propongamos.

Ahora bien, para que el arte pueda desarrollar todo su potencial sanador, la forma en que nos enfrentemos a él resulta crucial. En lugar de adoptar el punto de vista consumista, como si estuviésemos en shopping, deberíamos aproximarnos a "con reverencia y cierta humildad", interrogándonos por las lecciones que encierra o por lo que pretendía el autor a expresar con ella.

MARIANO GALIÁN TUDELA

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