Desde tiempos lejanos, cuando el ser humano razona sobre sí mismo, ve la vida en muchas ocasiones sin sentido, y para encontrarlo crea como unas “estructuras internas” que le den consistencia : son las religiones y las creencias, y con ellas busca respuestas a lo desconocido e incomprensible,  y todo dentro del amplio campo de lo que acabamos llamando “filosofía”.

Esas estructuras internas se sostienen tan débilmente en la realidad, que tiene que crearse previamente el concepto de “fe”, y para encontrar un “apoyo o certeza” acabamos apelando a lo mítico.

Esto de las «estructuras internas» me viene a la cabeza por lo que vas observando cuando andas por la calle : ¡Se ven cosas (por no decir personas) tan horrorosas! Estas cosas o personas tan raras son como un traje simbólico sostenido por una estructura débil, de muy poco peso pero suficiente consistencia como para mantener “el vestido exterior e interior”, que es lo que llega al espectador, es decir, que lo importante es la estructura.

La reiteración de elementos que sustentan esas doctrinas o maneras de vivir son selectivas...

¡Pero qué selección tan chabacana! Y muchos a esa selección la llaman “filosofía de vida”...

¡Por favor  no insulten el concepto filosofía! Cada individuo elige la forma de vida que más le convenza, pero son los “mimbres del cesto” o “ideas guía” quienes son la base de su elección : interior y estética, y un cesto, por ejemplo y para que me entiendan, que no puede contener líquidos.

Existen igualmente las “estructuras internas sociológicas”, creadas a través de los momentos históricos, como por ejemplo los sistemas de Grecia y Roma, que incluían tanto la democracia como la dictadura como posibles “mimbres” para ejercer el poder sin que fuera obstáculo la esclavitud.

Y es que las “estructuras internas” que la historia ha ido creando para hacer posible que unos pocos ostenten el poder sobre el resto no privilegiado de la población (sean éstos ciudadanos, súbditos, plebe o esclavos), han sido variados : unos bondadosos e imaginativos, otros crueles y más o menos sanguinarios, y los hay simplemente útiles o de una combinación de factores y circunstancias.

Todos ellos, en su conjunto, han tomado la forma de tiranías, jefaturas, repúblicas, monarquías, principados, ducados, marquesados, condados..., ya sean en grandes o pequeñas ciudades o naciones, pero siempre han sido estructuras que sostenían un “espanto o temor” que agradaba al pueblo (un pueblo masoquista).

El pasado siglo XX, ante el fracaso de “las viejas y carcomidas estructuras internas” brillantes y llenas de “música ruidosa” de los siglos XVIII y XIX, quisieron buscar nuevas vías, e idearon desde un lado y otro del espectro religioso y sociológico, por un lado el comunismo, y por otro el fascismo y el nazismo, siempre teniendo en cuenta que los tres emanaron del socialismo.

La historia nos ha ido demostrando como esas dos últimas vías consideradas como alternativas a la democracia burguesa de la Revolución Francesa, convertida en capitalismo burgués, derivaron en totalitarismo, Estado fuerte, partido único, y un líder que debía considerarse por todos como indiscutible.

Y en la deriva y evolución de todo esto, estamos todavía atrancados por las estructuras internas, y sugestionados por las telas de colores que los cubren, y enloquecidos por sectarismos, fanatismos y corrupción.

Cada estructura interna baila diferente vista de fuera : la “estructura comunista” baila la danza de la expropiación, que anula la propiedad privada y exige la obediencia al Partido Comunista proclamando la superchería de las religiones.

El “gigante capitalista”, al que se adhiere parcialmente una China totalitaria, danza “el baile del mercado y la bolsa”, la iniciativa personal privada, y el bienestar en libertad.

Aquí, querido lector, está usted para ver en qué “estructura interna” quiere meterse para desarrollar su vida...

¿Pensamos en construir estructuras internas más evolucionadas y perfectas que den solución a nuestras necesidades y problemas?