A la par que el pasado 14 de octubre llegaba a Arequipa (Perú) nuestro Rey de España para participar en el X Congreso Internacional de la Lengua Española, dedicado a la lengua y cultura hispana, recordando la mecha que encendieron nuestros Reyes Católicos, hoy nos pasa por la mente esos casi 700 millones de hispano hablantes, 400 millones de los que hablan inglés y el poderío chino con unos 1300 millones de hablantes. Y no todo queda ahí. Europa, en tales circunstancias era más España que el resto del continente.
Desde 1537 a 1869 millones de monedas de 38 mm se acuñaban y se esparcían por América, Europa y sudeste asiático. El peso y la pureza constantes marcaban el estándar mundial. Los doscientos años de intercambios financieros y culturales que siguieron son considerados como la primera globalización de la historia y, ello dice mucho de nuestro país ante la barbarie de hoy. La primera universidad en Asia-Manila en 1611, el intercambio en literatura en 1586, la primera traducción de un texto chino a un idioma europeo en 1590, el primer embajador chino en Occidente en 1613. Acapulco-Méjico, Manila, temporadas de tifones y lluvias monzónicas y la ruta entre Veracruz- Las Bahamas- Islas Canarias-Sevilla marcarían hitos para la historia. Vieja historia es esta, pero no hemos de olvidarla para lo que nos viene en pleno siglo XXI.
Mientras que en la envejecida e ideologizada Europa anda yendo al traste existen auténticos y nuevos linces que no necesitan para nada las guerras. Hoy, el poder se construye con contratos, satélites, minerales y alianzas comerciales. China ha tejido una red de influencia global con minas en África, ferrocarriles en Sudamérica, cables submarinos que conectan continentes y el dominio casi absoluto de un recurso clave para los tiempos que corren: las tierras raras. Bruselas, mientras, Bruselas, amamantando a sus estados miembros con neo inquisiciones, censuras y decadencia cultural.
Mientras que Occidente no invierte para nada en industria, desde los 80, China sigue impulsando una política industrial enfocada en la autonomía tecnológica y en la innovación con la idea de reducir la dependencia del país respecto a tecnologías extranjeras. El nuevo orden mundial sitúa el poder en los procesos. China no solo vende materias primas, también patenta las tecnologías de refinado, las aleaciones y los componentes finales. La consecuencia es directa. Incluso si Europa y Estados Unidos logran extraer minerales en sus territorios, siguen necesitando licencias chinas para procesarlos. Esta dependencia tecnológica convierte las patentes en un modo eficaz de control internacional.
Por otro lado, África sigue siendo su laboratorio estratégico. África ocupa hoy un papel crucial como fuente de minerales indispensables para la transformación digital y energética del mundo. No olvidar que casi el 90% de los drones y chips utilizados por Rusia en la guerra con Ucrania provienen de China de forma directa o indirecta.
En el siglo XIX, los imperios se extendían a través de ferrocarriles, barcos o telégrafos. Hoy una parte esencial del nuevo reparto de poder corre bajo los océanos: los cables de fibra óptica. Con todo, la Ruta Digital de la Seda no termina en los cables, pues China también vende al exterior cámaras de seguridad de vigilancia con reconocimiento facial, presente en más de 180 países, y sistemas de gobernanza digital, usados para censura, control de redes sociales y Ciberseguridad de Estado.
Durante décadas, Sudamérica fue considerada la zona de influencia natural de Estados Unidos, Sin embargo, como sucede en África, China ha aprovechado los espacios que Occidente ha descuidado bastante tiempo para tejer una red de relaciones económicas, tecnológicas y logísticas que hoy reconfiguran el equilibrio geopolítico. Pekín se ha convertido en el principal socio comercial de Brasil, Perú y Chile, y es uno de los mayores financiadores de proyectos de infraestructura de toda Sudamérica.
La región del puerto de Chancay, en Perú, inauguraba hace poco tiempo un gran puerto diseñado para recibir los grandes buques y sigue como entrada comercial directa a Sudamérica de China sin pasar por al canal de Panamá. ¿Quién manda pues en el siglo XXI? China y la India van a terminar con la hegemonía occidental. China ha logrado ser la fábrica, el laboratorio, el banco y la carretera del mundo al mismo tiempo. Pero lo más notable no es lo que posee, sino como lo organiza. No impone un modelo de comportamiento único, sino que se adapta a las reglas del juego de cada región. A veces opera como socio comercial, otra como financista, otras como constructor y otras como arquitecto digital.
El futuro ya no se escribe en inglés-, en español no sabemos, Está siendo
codificado en mandarín, bajo cables que no vemos, sobre vías que no controlamos y con minerales que ni sabíamos que existían. Mientras, Von der Layen y los suyos que sigan con sus canicas que, por lo visto es lo suyo.
MARIANO GALIÁN TUDELA
