El campo marroquí se come al campo español

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El campo marroquí se come al campo español

Que el campo marroquí se está comiendo al español es ya una triste realidad para los agricultores de nuestro país. Todos los informes acreditan el crecimiento imparable de las importaciones procedentes de Marruecos, cuyas ventas a España se han disparado en más de mil millones de euros desde 2021.

Según los informes del propio sector agrícola, la responsabilidad de este incremento recae, en gran parte, en las empresas europeas —incluidas las españolas— que compran masivamente productos agrícolas marroquíes. Mientras la Unión Europea exige a nuestros agricultores cumplir con una agricultura sostenible y cada vez más costosa, no aplica el mismo nivel de exigencia a Marruecos.

El país magrebí ha visto una gran oportunidad de negocio en el mercado europeo y, con el mismo dinero que la propia UE destina a fomentar la sostenibilidad, ha impulsado su propio modelo agrícola. Mientras tanto, en Europa apenas se invierte para modernizar la agricultura comunitaria.

Marruecos lleva varios años desarrollando un ambicioso plan para convertirse en una potencia agrícola de primer orden, con Europa como su principal mercado y bajo el amparo de los fondos europeos. Además, ha diseñado su propio plan de desarrollo agrícola, vigente desde 2020 hasta 2030, que impulsa su sector primario y moderniza sus infraestructuras hidrológicas.

Las importaciones españolas de frutas y hortalizas frescas procedentes de Marruecos crecieron un 28% en el primer cuatrimestre del año, superando los 680 millones de euros, y consolidando a Marruecos como primer proveedor del mercado español, con más de 2.000 millones de euros anuales. En los últimos cinco años, las compras de frutas y hortalizas frescas al país vecino han aumentado un 13%.

Este escenario supone una amenaza directa para todo el sector primario español, clave en nuestra economía. La producción nacional de frutas, verduras y hortalizas es la segunda más grande de Europa y representa el 2,3% del PIB. Según el último informe de AECOC, la facturación interanual del sector (hasta marzo de 2025) alcanzó los 15.200 millones de euros, un 8% más que el año anterior, siendo las frutas las protagonistas con un crecimiento del 10%.

Estas cifras, sin embargo, benefician sobre todo a las grandes empresas importadoras y, por supuesto, a Marruecos. Los pequeños y medianos agricultores españoles no pueden competir con los bajos costes de producción del país magrebí. Cada vez más plantaciones de hortalizas, frutas y cítricos se trasladan allí, provocando un abandono masivo del sector en España.

Tomates, pimientos, aguacates, fresas o arándanos son los productos estrella de esta tendencia. Solo el tomate marroquí ha experimentado un aumento del 34% en volumen y del 57% en valor durante el primer trimestre de 2025 respecto al mismo periodo de 2024.

Mientras tanto, Marruecos basa su crecimiento en tres pilares estratégicos: el desarrollo de centros de datos alimentados por energías renovables, la apuesta por el hidrógeno verde como motor industrial y la creación de infraestructuras hidráulicas modernas.

La Unión Europea, además, prevé movilizar 30.000 millones de euros para los países del sur, de los cuales Marruecos recibirá unos 8.500 millones, siendo el país más beneficiado. En cambio, España sufrirá una reducción del 20% en la PAC para el periodo 2028-2034, lo que supone perder 1.200 millones de euros anuales que dejarán de llegar al campo español.

De materializarse este recorte, se verán afectadas las ayudas al desarrollo rural, la modernización de explotaciones y, sobre todo, el relevo generacional en el sector agrícola.

Si la Unión Europea no protege ni apoya a sus propios agricultores, cabe preguntarse con razón: ¿qué pinta España en esta Unión?

José García Martínez

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