La huelga que el sector de la seguridad privada ya no puede seguir posponiendo

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La huelga que el sector de la seguridad privada ya no puede seguir posponiendo

Si trabajas en seguridad privada, conoces la paradoja: proteges derechos ajenos mientras los tuyos se desvanecen. Una ley, la 5/2014, nos coloca en un limbo donde nuestro derecho a la huelga queda suspendido por un artículo, el 8.6, que nos convierte en esenciales por contagio. No por lo que hacemos, sino por donde estamos. El mensaje es claro: tu protesta es secundaria. Mientras, los sindicatos negocian, apelan y esperan. Y nosotros preguntamos: ¿A qué esperan? La hora de la huelga, de la huelga real y efectiva. Es la única herramienta que nos queda para dejar de ser espectadores de nuestro propio despojo.

El Muro Legal: Cuando la ley te dice que no puedes defenderte

La estrategia ha sido sutil y efectiva. No prohíben la huelga; la vacían. El mecanismo es conocido:

1. Declaración de esencialidad por "contagio": Si trabajas en un hospital, un puerto o una infraestructura crítica, tu servicio se declara esencial. No se analiza si tu ausencia durante un turno concreto colapsa el sistema. Se da por hecho.

2. Servicios mínimos desproporcionados: Bajo esta premisa, la autoridad (la Subdelegación del Gobierno) fija unos "servicios mínimos" que pueden alcanzar el 70%, 80% o más de la plantilla. ¿El resultado? Una huelga testimonial, un paro de cara a la galería que no altera el servicio ni presiona al empresario. Es el derecho a la huelga convertido en un simulacro.

Los sindicatos han peleado esta batalla en los tribunales. Han logrado sentencias que reconocen la doctrina: la esencialidad debe probarse caso por caso, y cualquier restricción debe ser proporcionada. Es una victoria jurídica, sí. Pero en los almacenes, los centros comerciales y las urbanizaciones, la máquina sigue funcionando. La ley se aplica igual. La disyuntiva es clara: ¿Seguimos acumulando razones jurídicas o empezamos a ejercer fuerza laboral?

La Parálisis Sindicatal: Entre la negociación y la acción

Comprendemos la complejidad. Una huelga en nuestro sector no se convoca de la noche a la mañana. Requiere una organización férrea, fondos de resistencia y una comunicación impecable para ganar el apoyo de la opinión pública, que a menudo solo ve "guardias de seguridad" y no trabajadores con familias.

Pero el relato de la "prudencia" se agota cuando:

· Las condiciones laborales se estancan o retroceden.

· La presión por más horas, menos recursos y mayor responsabilidad aumenta.

· Vemos cómo otros sectores, también con servicios mínimos, logran paralizaciones reales y obtienen mejoras.

La pregunta para las centrales sindicales es directa: ¿Han agotado ya la vía del diálogo y la impugnación legal? Si la respuesta es sí, el camino solo tiene un nombre: conflicto. Si la respuesta es "todavía no", los trabajadores merecemos un calendario claro, una hoja de ruta con fechas y objetivos. La espera sin horizonte desmoviliza y nos deja a merced de un marco legal que nos asfixia.

Un Llamamiento Pragmático: Por una huelga estratégica, no simbólica

No hablamos de una huelga general indefinida e improvisada. Eso sería un suicidio laboral. Hablamos de una estrategia de conflicto inteligente y escalonada.

1. Objetivo claro: No se trata solo de "protestar". Se trata de derogar o modificar la aplicación abusiva del artículo 8.6 de la Ley de Seguridad Privada. Que nuestro derecho a la huelga deje de ser una ficción legal.

2. Movilización previa: Una campaña masiva de información dirigida a la sociedad. Explicar que no somos un ejército privado, sino trabajadores que velan por la seguridad de todos y que merecen derechos plenos. Ganar la batalla de la narrativa es crucial.

3. Acción escalonada: Comenzar con paros cortos y selectivos en instalaciones estratégicas donde la esencialidad sea más cuestionable (grandes superficies, eventos privados). Demostrar que podemos ejercer presión de forma ordenada pero firme.

4. Unidad férrea: La fuerza está en los números. Un llamamiento a la unidad entre todas las empresas del sector, grandes y pequeñas, es fundamental. El éxito de una huelga en seguridad privada depende de que sea masiva y disciplinada.

Conclusión: El momento es ahora

A los compañeros y compañeras de seguridad privada: vuestro descontento es legítimo. La sensación de que vuestro derecho a defender vuestras condiciones ha sido anulado por un tecnicismo legal es real. Debemos transformar ese descontento en una voz única y fuerte.

A los sindicatos, con todo respeto y desde la necesidad más urgente: les decimos que las bases están hartas de jurisprudencia sin consecuencias. Están hartas de ver cómo su poder de negociación se esfuma entre artículos legales. Estamos esperando. Pero no esperaremos para siempre.

La huelga es el primer paso, no debería ser el último recurso. Pero cuando todos los demás recursos se han mostrado insuficientes para garantizar un derecho fundamental, dejar de utilizarla no es prudencia. Es rendición.

Jose Antonio Carbonell Buzzian

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