"Santa Claus ha muerto. Nuestro más sincero pésame a los elfos y a la señora Claus. No vamos a entrar en detalles, pero estos últimos años han sido muy decepcionantes para Santa y decidió no dejar sucesor. Los almacenes se han cerrado para siempre. Adiós, Santa".
¿Y si esa noticia fuese real? Bueno, en primer lugar, deberíamos partir de la idea de que Santa Claus, tal como nos lo han vendido, es real. A partir de ahí, pensemos que de repente muere.¿Desaparecería la Navidad o alguna marca inventaría otro producto revolucionario para que siguiéramos consumiendo en estas fechas?
Porque, sinceramente, lo primero que se te viene a la cabeza cuando piensas en la Navidad son los regalos, las compras, las luces, el exceso de comida y las reuniones familiares. Esa es la parte bonita, la cara de la moneda que muestra a los más pequeños corriendo por casa y desenvolviendo los regalos, risas y fiesta, familia que vuelve por Navidad para pasar esas fechas con sus seres más queridos. Pero… ¿vuestra Navidad es así? Aquí existen dos versiones: están los que visualizan su vida en las redes sociales con fotos hermosas o de fiesta, a pesar de sentir que se ahogan en un pozo que todos creen inexistente, y están aquellos que sonríen para no explicar, cantan para no contar cómo se sienten realmente y bailan en vez de salir a correr y huir del mundo.
Luego están los que tienen la suerte y la opción de no tener que soportar la Navidad, los que se alejan de este huracán de hipocresía y no tienen el deber de sonreír, a pesar de tener siempre el derecho a hacerlo.
Las calles están abarrotadas de gente que parece feliz y que disfruta de las miles de luces que embellecen la ciudad, pero yo miro a mi alrededor y veo una imagen distinta: veo almas que desearían esconderse en la oscuridad de esas luces que proyectan imágenes distorsionadas en una caverna de Platón que siempre existirá. Tras los villancicos veo gritos desesperados que jamás serán escuchados, porque todos creen que son los únicos que gritan, sin saber que en realidad son pocos los que sienten el corazón lo suficientemente ligero como para cantar.
Veo cansancio, mucho cansancio, un simulacro del día de la marmota que en realidad cada año es peor: más materialista, más artificial y más hipócrita.
Pero ya pasó, Santa Claus ha muerto. ¿Qué haréis en Navidad? Como sugerencia, podría iluminaros con la idea de que, en vez de hacernos regalos, probemos a ser mejores personas, y, a poder ser, durante todo el año. Ya no tenéis que limitaros a la Navidad
