Socialistas de medio pelo, comunistas enfermizos, cortijos indepes y caraduras holgazanes varios están en España sin sentirse españoles.

Son una panda de antipatriotas rancios que reniegan de un país único, que destaca por su clima, hospitalidad, cultura, tradiciones y la alegría de vivir.

España posee cincuenta bienes inscritos en la Lista del Patrimonio Mundial por su valor universal excepcional y para la herencia común de la humanidad.

Tras el chino mandarín, el español es la lengua más hablada del mundo y España, patria común e indivisible, cuenta con una extraordinaria gastronomía repleta de estrellas Michelin.

España es la nación con más viñedos, líder mundial en donaciones y trasplantes de órganos, en exportaciones de frutas y hortalizas, y potencia global en ingresos económicos por turismo internacional.

En el deporte, incontables personajes de diversa índole han defendido orgullosos los colores de nuestra bandera, con victorias épicas y derrotas imborrables.

España posee miles de compatriotas entregados que permanecerán eternamente en la memoria de una nación agradecida.

Por el contrario y lamentablemente, los españoles de bien tienen que soportar la otra cara de la moneda que es el Estado progre y su séquito de cuentistas troleros y saqueadores, capaces de vender su alma al mismísimo diablo para enriquecerse o escalar a puestos de poder.

Si bien es cierto que todas las familias guardan sus secretos, el mito de nuestro Estado ha eludido claramente sus obligaciones, responsabilidades y quehaceres : velar por la seguridad de los españoles y cuidar a sus ciudadanos por igual.

La degeneración democrática e institucional ha tocado fondo, ya que el Estado se ha salido de madre con la traición de tanto regalo desmesurado y concesión inverosímil para tratar de ocultar el deshonor y la permisión de expoliar nuestra patria.

Este Estado nuestro se aferra al bastón de mando, que es el mejor seguro de vida y una aventajada carta de libertad, es decir, y en otras palabras : a España el Estado se la trae al pairo.

Luego está el gran timo de la Agenda 2030, que es un residuo cínico de izquierdistas a sueldo de grandes élites globalistas con la farsa del cambio climático, la destrucción del campo como generador de alimentos y el infantilismo de la ideología de género, y todo ello aderezado con la guinda sanchista, un modelo de supervivencia política que ha desahuciado al PSOE, dinamitado la verdad, socavado las instituciones públicas y aplastado los principios, la decencia y dignidad.

El todopoderoso Estado de Sánchez, que clasifica la desinformación y acosa a todo el que no baile al son de su patética doctrina, intimida, amenaza y abusa.

Pedro Sánchez es un autócrata por antonomasia que padece una conducta social alterada patológicamente, intransigente, con impulsos irresistibles para ejercer permanentemente un control excesivo.

En otras palabras, Sánchez destaca por su carácter sicótico y dictatorial, impropio en un digno Presidente del Gobierno.

El Estado de Sánchez soborna con cien millones de euros a sus amigos afines para que se digitalicen, pese a que ya son digitales.

Pedro Sánchez carece de empatía, posee rasgos prepotentes y personalidad narcisista, es un envidioso y rencoroso de mente rígida que ningunea y minimiza las emociones de ciudadanos diligentes, priorizando su ego con insolencia y ausentándose sin tristeza de los problemas.

También es capaz de normalizar una crueldad inefable : las cifras de la barbarie de ETA, y ahí entra el bochornoso cinismo de los socialistas, que incluso cargaron sobre sus hombros los féretros de los vilmente asesinados, y es que la ruindad de las mentes corrompidas es infinita.

La deuda pública en España continua imparable, disminuye de manera drástica la renta per cápita, el agujero en las cuentas de la Seguridad Social es gigantesco, el maquillaje de las cifras del paro es monstruoso, el coste de la vida sigue incrementándose, la capacidad de ahorro se reduce severamente...

El despropósito económico actual no tiene precedentes, y se ensalza además con la reciente aprobación de la mayor oferta de empleo público de la historia, precisamente cuando lo más cuerdo sería reducir el coste y peso de la Administración General del Estado.

La picardía populachera de la izquierda es infinita, ya que esta izquierda es experta en eso del “pan para hoy y hambre para mañana”, y además siempre está dispuesta a ser chantajeada por sacacuartos y gorrones acomodados para vivir del cuento.

España se abona al derroche, al malvivir izquierdoso bananero y tercermundista.

La falsedad socialista en el drama de la inmigración es ilimitada, que alumbra la sinvergonzonería podrida progre, es decir, que la política migratoria de la izquierda es una pantomima social.