Agricultura estudia el uso de nuevos materiales degradables de acolchado en cultivos por su menor impacto ambiental

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Según el director del IMIDA, Adrián Martínez, “la acumulación de residuos plásticos no degradables en el suelo pueden perjudicar el crecimiento de las plantas y el medio ambiente”

Agricultura estudia el uso de nuevos materiales degradables de acolchado en cultivos por su menor impacto ambiental

La Consejería de Agricultura y Agua, a través del Instituto Murciano de Investigación y Desarrollo Agrario y Alimentario (IMIDA) estudia los resultados del uso de nuevos materiales degradables de acolchado para su aplicación en las miles de hectáreas de cultivos hortícolas existentes en la Región, teniendo en cuenta su menor impacto ambiental.

Según el director del IMIDA, Adrián Martínez, la pujanza del sector hortícola regional se debe en gran parte a los sistemas de protección de cultivos, “que aprovechan nuestras excelentes condiciones climáticas para inducir niveles térmicos adecuados para el crecimiento de las plantas, conseguir mayor precocidad en las cosechas y beneficios añadidos como la acción herbicida, evitando la utilización de productos químicos específicos”. Asimismo, destacan otros beneficios como “la reducción de la evapotranspiración del suelo, que disminuye la cantidad de agua de riego necesaria para el cultivo, y el incremento de la calidad de la producción, con productos más limpios y en los que se puede aplicar la recolección semimecanizada, entre otros aspectos”, explicó Martínez.

El responsable autonómico citó algunas especies con escasos requerimientos térmicos, como lechugas, brócoli, coliflor y todo tipo de coles, las cuales, con la sola aplicación de las técnicas de acolchado, obtienen las ventajas antes enumeradas; y otras, como el melón, al que este apoyo térmico le induce, además, la precocidad buscada.

La expansión de esta técnica de cultivo se debe a un material plástico: el polietileno de baja densidad, cuyo uso se inició hace unos 30 años. Sin embargo, Martínez apuntó que “la acumulación de estos residuos plásticos no degradables procedentes del acolchado en el suelo, cuando no se retiran pueden perjudicar el crecimiento de las plantas y contaminarlo físicamente”. Además, añadió que “las porciones plásticas que salen al exterior al labrar la tierra son arrastradas por el viento y contaminan el paisaje de otros ecosistemas”.

Soluciones

Este problema, según el director del IMIDA, se solucionaría retirando la lámina plástica del acolchado una vez finalizado el cultivo. Sin embargo, la ausencia de maquinaria específica obliga a hacerlo de forma manual, “lo que supone un elevado coste”.

Como alternativa a los acolchados de polietileno han surgido otros materiales de gran interés agronómico y ambiental: los biodegradables y oxobiodegradables. El IMIDA estudia desde hace varios años la adaptación de estos nuevos materiales a la práctica agrícola, en colaboración con las empresas Novamont SpA, italiana, y Ciba, suiza.

Según la investigadora principal de este proyecto, Josefa López, “la estructura de estos nuevos materiales biodegradables se creó con la combinación de polietileno y almidón, unidos a poliésteres de origen bacteriano”. En este sentido apuntó que “hay factores relacionados con el estado del suelo que influyen sobre los procesos de degradación, que son el grado de humedad y la microbiota existente, o conjunto de bacterias que se encuentran en ese suelo, en las zonas donde se localizan enterrados los faldones del acolchado”.

La actividad de la flora bacteriana es la responsable de la desaparición de las láminas de acolchado biodegradable al alimentarse de los componentes orgánicos que las forman. Su presencia y multiplicación será posible siempre que exista cierto grado de humedad en el suelo permitiendo la actividad y multiplicación de estas bacterias. La investigadora del IMIDA concluyó que “la humedad generada en las sucesivas plantaciones permite que esos restos se conviertan con el tiempo en CO2 y agua”.

En el caso de los oxobiodegradables, fabricados con polietileno lineal de baja densidad y un aditivo prooxidante, se está investigando su comportamiento agronómico con distintas especies y ciclos de cultivo. Su degradación se fundamenta en la descomposición múltiple de las grandes cadenas de polietileno que forman la lámina en otras muy pequeñas que no contaminan el medio ambiente. El mayor esfuerzo investigador, según López, se centra en los materiales opacos, como los negros e incoloros.

Ayudas

Dado el mayor coste de estos materiales degradables de acolchado, se han establecido ya ayudas directas para propiciar su uso, a través de los fondos operativos para las ayudas a organizaciones de productores de frutas y hortalizas, lo que constituye, según López, “una ayuda real por kilo de material degradable adquirido”.

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