Democracia interna (Artículo de opinión)

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Imagine usted que se hace socio de un club de natación. El club dispone de excelentes instalaciones: piscinas, duchas, vestuarios, todo bien dispuesto para el ejercicio de este deporte. Al cabo de cierto tiempo, usted descubre que le gusta más la hípica, así que intenta, alzando su voz en nombre de la democracia interna, que su club sustituya sus instalaciones de natación por instalaciones hípicas. ¿No sería más lógico darse de baja de este club y buscar un club hípico que sea de su agrado?

De igual modo ocurre hoy en algunos partidos políticos, por increíble que parezca. Algunos afiliados tratan, en nombre de la democracia interna, de cambiar la ideología, la naturaleza, la esencia misma del partido en que militan, para reconvertirlo según sus propios gustos e intereses personales.

Igual que en el club de natación hay determinados aspectos que pueden llamarse a debate, como podría ser la instalación de una ducha adicional para niños, y otros que no, como la mencionada sustitución de las instalaciones al completo por otras para practicar la hípica, así ocurre también en los partidos políticos. Es cuestionable si una determinada medida es consecuente o no con el ideario del partido, pero el ideario mismo no es cuestionable.

Si uno no está de acuerdo con el ideario de su partido, es que se ha equivocado de partido. Quien guste de practicar la hípica, que se busque un club de hípica. Déjennos nadar a los demás.

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