Sagrario Ortega.
Madrid, 15 jul (EFE).- No ha sido fácil preparar el cóctel de la financiación. Demasiados ingredientes para mezclar en un coctelera que, a contrarreloj, la vicepresidenta económica del Gobierno, Elena Salgado, ha agitado y cuyo contenido ha servido en bandeja a las comunidades autónomas, aunque su sabor no ha gustado a todas.
Para preparar el cóctel, un ingrediente básico: el Estatuto de Cataluña. Una ley orgánica que imponía un sistema de financiación para esta comunidad y que, además, fijaba la fecha límite -el 9 de agosto del pasado año- para degustarlo.
Un cóctel no se elabora con un solo componente y el Gobierno y las comunidades entendieron que se debía acompañar de unas "gotitas" de revisión de la población, de un "toque" de incremento de los recursos para la atención de los servicios básicos, de una "medida" de otros estatutos reformados, de una "porción" de mayor corresponsabilidad fiscal, de la "guinda" del bilingüismo.....
En cualquier cóctel que se precie no puede faltar la angostura, esa bebida amarga elaborada con la corteza de la planta del mismo nombre. En el que el Gobierno y las autonomías han tardado un año en preparar, el toque amargo lo ha puesto la crisis económica.
Dicen los expertos que si no se escoge la fórmula correcta, el resultado del combinado será distinto al que se busca. Para que esto no ocurra, hay que tener en cuenta que las bebidas mezcladas no se deben batir y que las que se agitan no pueden pasar por la licuadora porque su composición final variaría.
Se ha tardado mucho tiempo en dar con la composición adecuada, pero su resultado no ha agradado a todos los paladares. A lo mejor, se ha agitado demasiado.
Y es que al probarlo a muchos de los invitados no les ha sorprendido que el sabor predominante haya sido el catalán e, incluso, han puesto nombre al barman: ERC.
Hasta ahora había sido el maitre -el ministro de Economía de turno- el encargado de negociar los ingredientes que se han de mezclar, pero en esta ocasión el dueño del local -el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero- ha tenido que vigilar muy de cerca las proporciones utilizadas.
La elaboración ha sido muy compleja y, quizás, la más larga de la historia de los modelos de financiación autonómica, porque a la propia dificultad de diseñar una propuesta que complaciera a todos, se ha añadido la necesidad del Gobierno de conseguir la estabilidad parlamentaria.
Todo un año salpicado de críticas a la bilateralidad que Zapatero quiso acallar recibiendo uno a uno a todos los presidentes autonómicos y encomendando a sus tres vicepresidentes, después de la salida de Pedro Solbes del Gobierno, que dieran prioridad a la consecución del acuerdo.
Chaves y Salgado se pusieron manos a la obra, aunque hasta última hora, el comensal "más exquisito", Cataluña, no dio su visto bueno a la receta que permitió la redacción del documento que hoy se debate.
Ha habido que darse prisa para llegar a tiempo a la fecha que Zapatero puso como límite para culminar el brebaje, que a ERC -formación fundamental para la estabilidad del Gobierno en la Cámara Baja- le ha gustado, pero, insaciable, quiere más.
Así, escasas horas después de dar su beneplácito, a ERC le ha faltado tiempo para pedir otro cóctel: la culminación de la denominada "carpeta catalana", porque si no, su apoyo a los Presupuestos Generales del Estado de 2010 no está asegurado, como tampoco lo está, según han dicho sus dirigentes, la reedición del tripartito en la Generalitat.
Mientras, al PP, más acostumbrado al Ribera de Duero, el predominio del cava catalán sigue sin convencerle, pero con matices.
Aunque el Partido Popular continúa empeñado en mostrar una imagen de rechazo frontal al preparado, en sus comunidades la duda se impone y todavía se confía en la incorporación de algún ingrediente más que les permita aumentar sus recursos.
Dada la situación económica, que también ha hecho mella en las cuentas autonómicas, no parece fácil, diga lo que diga el partido, resistirse a una tentación: "toma el cóctel y bébetelo". EFE
