Analizan el futuro del sector en el continente europeo y americano

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ASAJA Murcia cree que los debates mundiales sobre agricultura y reformas de políticas agrarias son un paso adelante a favor de los agricultores

El secretario general de ASAJA Murcia, Alfonso Gálvez Caravaca, ha afirmado respecto a la XXXV Conferencia UE-Norteamérica, celebrada en Varsovia, que "dada la actual situación a la que se enfrenta la agricultura es fundamental encontrar cauces para el diálogo y el intercambio de experiencias que contribuyan a clarificar y revitalizar el futuro de un ámbito tan castigado como el hortofrutícola".

Murcia, 27 de octubre de 2011 – Bajo el lema '¿Qué dirección para las políticas agrícolas?' se han reunido más de 150 representantes de los agricultores de la Unión Europea, EE.UU., Canadá y México para abordar las líneas de actuación para afrontar las nuevas políticas agrarias.

En este sentido, el máximo responsable de ASAJA Murcia, Alfonso Gálvez Caravaca, ha manifestado que "hay que apostar por el agricultor, una idea que la actual propuesta legislativa para la PAC más allá de 2013 no recoge; por tanto tenemos que centrar todos nuestros esfuerzos en conseguir que el nuevo texto legal vele por los intereses de los productores hortofrutícolas".

Esta edición de la Conferencia Bianual UE-Norteamérica ha estado marcada por las negociaciones de reforma de las dos principales políticas agrarias del mundo; la PAC por parte de la UE, cuyas propuestas legislativas han sido recientemente presentadas por el Comisario Ciolos, y la Farm Bill o Ley Agraria norteamericana, que también va a ser objeto de reforma, con cambios significativos en sus principales orientaciones debido a la necesidad del Gobierno de EE.UU. de realizar importantes ajustes en el presupuesto federal, y por tanto en el apartado agrícola.

La delegación europea ha sido especialmente crítica con la Reforma de la PAC presentada por la Comisión Europea, ya que va en sentido contrario a lo que se demanda en todos los foros internacionales, desde la FAO hasta el G20, y que tiene que ver con la imperiosa necesidad de incrementar la capacidad productiva para satisfacer una demanda que en 2050 superará los 9.000 millones de personas, al tiempo que se aportan soluciones al drama del hambre que ya afecta a más de mil millones de personas. Haciendo caso omiso a este problema, la Comisión ha lanzado unas propuestas que relegan el papel productivo de la UE y de sus agricultores a un segundo plano, imponiendo restricciones y mayores costes a la producción del agricultor europeo en aras a una mayor 'ecologización' de la PAC.

Otros temas, de importancia para ambos bloques productores, que han sido analizados son las relaciones comerciales multilaterales en la Ronda de Doha de la OMC, una ronda estancada y sobre la que planea la duda sobre si continuar un debate sin visos de acuerdo o buscar nuevas premisas para relanzarla, como los aspectos no comerciales o el medioambiente, y los Acuerdos Regionales (MERCOSUR, UE-Canadá, NAFTA) en donde se ha manifestado la necesidad de estudiar el impacto de dichos acuerdos en la agricultura de ambas zonas.

Las relaciones en la cadena alimentaria y la formación del precio también han sido abordados en la Conferencia, ya que la extrema volatilidad de los precios de los alimentos, tal y como se han vivido en 2008 y 2010 y que serán persistentes en el futuro, ponen de manifiesto necesidad de establecer una regulación en los mercados agroalimentarios, incluyendo los mercados de los insumos y otros factores de producción, más ligados al precio del producto que al precio del gas en el caso de los fertilizantes, tal y como preconiza el G20. Esto implica también unas reglas claras y transparentes en las relaciones entre productores, industria transformadora y distribución de manera que el valor añadido y los costes, sean repartidos de forma equitativa entre los distintos componentes de la cadena.

Finalmente, la Conferencia ha tratado aspectos relacionados con la innovación y biotecnología como herramienta para alcanzar los objetivos de incremento de la producción en un 70% de aquí al año 2050; los cambios en los hábitos alimentarios, y la aportación de la agricultura a la reducción de la dependencia de las energías fósiles a través de los biocarburantes y la biomasa.

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