John Grant, nuevo icono de la modernidad, en el Cartagena Jazz Festival

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El estadounidense actuará mañana sábado en el Nuevo Teatro Circo a las 21:30h

"Ira y aceptación" se combinan en el audaz y electrónico segundo disco de John Grant. El estadounidense procedente de una comunidad muy conservadora que salió del armario sexual y musical en plena madurez con un conmovedor debut que, como su nuevo trabajo, le sirvió como lavadora de trapos sucios. Se ha convertido en un referente mundial por la exquisitez de su música y por ser considerado ya un nuevo icono de la modernidad. Actuará mañana en el Cartagena Jazz Festival a las 21:30 horas en el Nuevo Teatro Circo. Entradas 18 Euros.

"Hay días en los que aún me siento incómodo por ser gay, porque durante 25 años sentí los dedos acusadores que me señalaban como un pervertido, como un enfermo desagradable... Eso te afecta muy profundamente", explicó Grant en una entrevista ante la publicación de Pale Green Ghosts (Bella Union). A pesar de arrastrar aún cierto lastre del pasado, se aprecian en este disco avances importantes respecto al aplaudido Queen of Denmark (2010), en lo musical y en lo personal, por ejemplo un mayor uso del humor en estribillos como aquel en el que canta: "Soy el mayor hijo de puta que te encontrarás nunca". "El humor es un elemento muy importante para mí y me siento feliz. Estoy contento de ser yo", Tras liderar entre 1994 y 2004 The Czars, banda de culto puntera en la mezcla de shoegaze con country alternativo, y mientras continuaba componiendo, Grant se reconvirtió en músico de apoyo de formaciones como The Flaming Lips y Midlake. Después de que estos últimos lo rescataran a de los brazos de la depresión y lo devolvieran al mundo de los artistas activos con el espléndido Queen of Denmark parecía que este creador sin igual podría levantar cabeza e intentar sacar adelante su maltrecha vida. Lamentablemente, algunos meses después reveló al mundo que era seropositivo. Tal vez por ello decidió dar un giro personal y musical a su vida: para lo primero cambió su residencia a Islandia; para lo segundo, se animó a desarrollar ese álbum con el que siempre había soñado, uno en el que hubiese lugar para la electrónica que le fascinó de adolescente. El ambiente gélido de Reikjavik y la colaboración del productor Biggi Veira (GusGus) hizo el resto. El resultado vuelve a ser un torrente de emociones al límite, de lamentos y esperanzas, de confesiones y derrotas. Sin embargo, donde en su anterior álbum este viaje emocional se realizaba sobre colchones mullidos repletos de violines y pianos que recordaban a John Cale, ahora John Grant ha escogido la vía del sintetizador, de la deshumanización de la máquina.

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