“El Señor me pedía que cogiera yo ese cáliz”, Juan Carlos Ponce Simón

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“El Señor me pedía que cogiera yo ese cáliz”, Juan Carlos Ponce Simón

Tenía planificada su vida, gozaba ya de cierta libertad porque a pesar de su juventud trabajaba como monitor de ocio y tiempo libre. No estaba especialmente vinculado a su parroquia, Cristo Rey de Lorca, pero tras recibir la Confirmación su párroco le animó a involucrarse ayudando como monitor.

Recuerda especialmente lo que sintió durante la Hora Santa de ese Jueves Santo: “En el monumento había un cáliz sobre unas ramas de olivo… acabé llorando… el Señor me pedía que cogiera yo ese cáliz. Me preguntaba cómo podría agradecerle todo el bien que estaba haciendo en mi vida”.

Su párroco le acompañó al seminario para hablar con el rector y así comenzó su etapa en el Preseminario, viviendo ya junto al resto de seminaristas mayores y mientras terminaba los estudios de Bachiller. “La etapa del seminario fue al principio dura, de ruptura con mi vida, tuve que volver a adaptarme a un horario, unas normas, a un nuevo padre… Pero la comunidad me ayudó muchísimo. Te enseñan a rezar, a vivir en comunidad, a crecer y aprender, especialmente los compañeros de curso. Somos muy diferentes pero hay mucha comunión; hemos aprendido a confiar, a rezar unos por otros, a ayudarnos tanto en los estudios como en lo personal”.

Durante sus años de formación en el seminario ha estado de pastoral en el hospital Reina Sofía de Murcia, “una experiencia dura porque no siempre nos recibían bien, pero fue un tiempo de gracia, nuestra presencia ayudaba, notaba que la gente descansaba”; fue monitor del Seminario Menor San José, “aportó frescura y renovó la ilusión”;  también estuvo de pastoral con las Misioneras de la Caridad con las que sigue colaborando por su experiencia como monitor de ocio y tiempo libre, “me cuestionaba mucho, de verlas a ellas aprendí que no necesito nada de las cosas materiales que tengo”. La pastoral del seminario le ha llevado también a las parroquias del Espíritu Santo de Espinardo y de la Purísima de Fortuna, de donde tiene un recuerdo especial de sus párrocos; “me ayudaron mucho, me hablaron y enseñaron a querer mucho a los feligreses y a rezar por ellos”.

El diaconado lo ha realizado en la parroquia de Santa María Magdalena de Cehegín donde le ha asombrado la gran implicación de la comunidad parroquial. “En Cehegín he aprendido la importancia del acompañamiento, de vivir la fe con la gente de la comunidad, una comunidad parroquial de hermanos que se conocen y se quieren”. Asegura que le impresionó su primer entierro, “tenía ciertos miedos de enfrentarme al dolor de los otros pero el Señor me hizo un tremendo regalo, porque en Cristo todo se puede”; y que cada bautizo ha sido “una gozada, cuando levantas a una criatura y piensas “ya es hijo de Dios”.

Al encontrarse todavía su parroquia, Cristo Rey, en construcción, después de venirse abajo tras los terremotos de 2011, será ordenado presbítero, este domingo, en la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Lorca, a las 20:00 horas. “Agradezco al párroco del Carmen y a la comunidad parroquial que me acojan. En Lorca la gente me da la enhorabuena, todo el mundo se ha ofrecido para ayudar”.

Cuando este domingo se revista de sacerdote, lo hará con la casulla que le ha regalado su parroquia de Cristo Rey, “es la parroquia la que entrega a un hijo a la Iglesia, seré el primer sacerdote de mi comunidad parroquial”. Celebrará su primera Misa en Cristo Rey el lunes, 27 de julio, a las 20:00 horas.

Echando la vista atrás asegura que supo que Dios le llamaba para ser sacerdote, pero que le costó responder a esa llamada: “yo tenía muy claro lo que quería ser, pero he podido experimentar en mi vida que los planes no son los míos. Si Dios llama, Él lo lleva todo. Se es feliz cumpliendo la voluntad de Dios”.

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