Los principales enemigos de la piel en verano y consejos para combatir sus efectos

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Los cambios ambientales y de temperatura, la humedad o el cloro son algunas de las amenazas a las que se enfrenta el cuerpo durante la época estival

Los principales enemigos de la piel en verano y consejos para combatir sus efectos

Según la Academia Española de Dermatología y Veneorología (AEDU) en torno a un 15% de la población sufre quemaduras en la piel en estos meses

La piel es uno de los órganos más importantes del cuerpo y en muchas ocasiones también uno de los más olvidados. Si bien debe cuidarse durante todo el año, al llegar el verano es cuando más precauciones deben tomarse. En estos meses, la piel se enfrenta a numerosas amenazas externas, como los rayos solares, el salitre del mar, las altas temperaturas, el cloro… que pueden incidir en su salud.

"No podemos olvidarnos de que la piel tiene memoria y que hay periodos del año particularmente agresivos para ella por diferentes motivos, por lo que se le debe prestar siempre especial atención. En verano los cambios ambientales y de temperatura y otros agentes deben implicar un cambio en la rutina de cuidado", asegura Miguel Serrano, socio fundador y director técnico de Ondalium. "La regla básica es la protección y la hidratación, pero también hay que cuidarla con la alimentación, a través de dietas ricas en antioxidantes o mediante el uso de complementos alimenticios", aconseja el especialista.

Durante esta época, las normas de cuidado habituales suelen verse alteradas por los viajes, dando lugar a una piel más deshidratada por el efecto del agua del mar, el cloro, el viento e incluso la arena. Todas estas alteraciones tienen efectos nocivos, como el fotoenvejecimiento, manchas, sequedad, deshidratación y un desgaste a nivel general. Varios estudios avalan que el 80% del envejecimiento prematuro de la piel está relacionado con el estilo de vida y el exceso de radiación solar. En este sentido, la piel solo envejecería un 20% si no se abusara de la exposición al sol.

Aunque cada tipo de piel necesita unos cuidados específicos, la compañía ha identificado una serie de recomendaciones para mantener una piel radiante y combatir las principales agresiones externas durante la época estival:

Sol: Los efectos dañinos de los rayos solares en la piel son provocados por las radiaciones UVB y UVA que aceleran el envejecimiento y pueden dar lugar a quemaduras, las cuales, según la Academia Española de Dermatología y Veneorología (AEDU), son bastante habituales y alrededor del 15% de la población las sufre en verano. Para evitarlas, se deben utilizar a diario, se vaya a tomar o no el sol e incluso aunque esté nublado, fotoprotectores con un amplio espectro y enriquecidos con activos que actúan de escudo. Deben aplicarse entre 20 y 30 minutos antes de la exposición solar y repetir cada dos horas o al salir del agua. Además, es fundamental evitar la luz solar en las horas centrales del día (entre las 10 y las 16 horas), ya que la radiación de rayos ultravioletas es más elevada.

Cambios de temperatura: Las elevadas temperaturas propias del verano producen un incremento en la sudoración que contrasta con la sequedad provocada por el cambio de temperatura al exponerse, por ejemplo, al aire acondicionado. Cuando las temperaturas bajan, la piel se contrae y disminuye la irrigación, lo que conlleva a una falta de oxígeno y de otros nutrientes, lo que aumenta la sensibilidad y la tirantez. Para combatirlo es ideal aplicar cremas y sérums con la piel limpia, por la mañana y por la noche, con especial hincapié tras la exposición solar.

Cloro y sal: ambos están presentes en el agua de la piscina o la playa y son los responsables de la sequedad de la piel en verano pudiendo favorecer la aparición de erupciones cutáneas. La solución para paliar este problema está en la limpieza y la hidratación: tomar una ducha después del baño para mantener la piel lo más limpia posible, la exfoliación y utilizar productos naturales nutritivos, no grasos y con antioxidantes acordes con el tipo de piel.

Contaminación atmosférica: como consecuencia de las altas temperaturas y las condiciones climatológicas propias de esta época, la contaminación ambiental se incrementa y puede afectar a la piel, aumentando la generación de radicales libres que favorecen la aparición de arrugas y reduciendo los niveles de vitamina E y C. Muchas de las partículas contaminantes tienen contacto con la dermis y pueden provocar sequedad, irritación o enrojecimiento y falta de firmeza. Para evitarlo, lo ideal es utilizar un jabón neutro y exfoliar la piel para retirar cualquier impureza en los poros.

Viajes en avión o coche: viajar en este medio de transporte puede suponer también una amenaza para la piel por los bajos niveles de humedad, el cambio en la presión atmosférica y los rayos solares, llegando a reducirse hasta un 20% la hidratación de la piel. Para que esta sufra lo menos posible se debe aplicar una crema con factor de protección, así como una hidratante en todo el cuerpo.

Serrano recuerda que "los productos de biocosmética siempre son los más recomendables, ya que su absorción es más rápida y no son agresivos para la piel, y al final este es nuestro órgano más grande. Además, todos los componentes que llevan las cremas, sérums, mascarillas… pasan al organismo, por lo que hay que evitar cualquier componente que pueda ser dañino. Por eso, es importante fijarse siempre en la etiqueta antes de comprar".

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