La HOAC invita a seguir denunciando la violación de derechos laborales y sembrar la esperanza en el mundo del trabajo

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Este movimiento apostólico recuerda que el primer derecho que conquistó el mundo obrero fue el de soñar la dignidad del trabajo en las minas y en las fábricas

La HOAC invita a seguir denunciando la violación de derechos laborales y sembrar la esperanza en el mundo del trabajo

La Hermandad Obrera de Acción de Católica (HOAC) de la Diócesis de Cartagena ha hecho público un Manifiesto ante el Primero de Mayo, en el que defiende el legado de esta Jornada Mundial del Trabajo, que conmemora las luchas de millones de trabajadores y trabajadoras en todo el planeta. Se trata “de trabajar, compartir solidaridad, estar alerta, erradicar los accidentes laborales, luchar contra la precariedad y denunciar las violaciones de los derechos”.

En su escrito, este movimiento apostólico de la Acción Católica quiere dirigir “una mirada agradecida hacia el pasado”, porque “desescombrarlo nos invita a recuperar la esperanza y la resistencia frente a lo inaceptable por muy atractivo que se nos presente”. La HOAC se pregunta que “cuándo se dieron cuenta las obreras y los obreros en las minas, en las fábricas, que no eran enemigas y enemigos, que trabajaban todos en las mismas malas condiciones, porque de ahí empezó la sintonía, la toma de conciencia y poco a poco a pensar que tenían que unirse para salir de esa situación”.

El primer derecho que conquistaron los trabajadores y trabajadoras fue el de soñar con la dignidad en las minas, los talleres, las fábricas y los campos, y recuerda que “la lucha en aquel mundo sucio, embrutecedor, fue por salir del envilecimiento, la miseria, la ignorancia a la que estaban sometidos, por saciar el hambre de dignidad”.

Además de recordar la consolidación de derechos, como el de huelga, la sindicación, la protección laboral y la salud en el trabajo, el seguro de desempleo y el descanso semanal. “que hoy están en peligro”, la HOAC también ha querido destacar el hambre de cultura, de formación, que ha permitido dotar de sentido y dignidad la vida de millones de personas en todo el mundo.

El Manifiesto ante el Primero de Mayo finaliza con los sueños de quienes forman parte de este movimiento eclesial, que no son otros que los de que “nadie tenga que limosnear su pan, que no haya nadie que por la explotación acumule más riqueza, que no haya trabajadores esclavizados privados de su dignidad, que la riqueza se reparta con equidad, que la igualdad se haga realidad ya en la tierra, que toda persona puedan andar libre por el mundo, y que las niñas y los niños, futuros trabajadores, paseen sus cuadernos y sus lápices de colores entre sonrisas libres por el mundo…”.

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