Por qué practicar la amabilidad es saludable

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Sé amable, siempre

Por qué practicar la amabilidad es saludable

 "Cada persona que conoces está librando una batalla de la que no sabes nada. Sé amable, siempre", dijo el teólogo y escritor británico Ian Maclaren. Una máxima que se ha hecho famosa, para tener siempre presente y aplicar día tras día para combatir la rudeza y la envidia, cada vez más extendidas en todos los niveles sociales.

Con motivo del Día Mundial de la Amabilidad, que se celebra el 13 de noviembre, los expertos de Mundo Psicologos explican el inmenso valor de esta virtud y cómo su práctica puede cambiar la percepción de la vida cotidiana e infundir una profunda sensación de bienestar.

Ser amable es bueno para tu salud

Quienes son amables huyen, al menos en parte, de los riesgos asociados con las enfermedades cardiovasculares. Varios estudios científicos demuestran que una actitud nerviosa y de mal genio es perjudicial para la salud, ya que genera un estado continuo de estrés que a la larga daña el cuerpo humano.

En cambio, la amabilidad genera calma y asegura que el cuerpo no esté sujeto a estímulos violentos y dañinos, manteniéndose relajado y saludable y, por lo tanto, más propenso al buen humor.

La amabilidad genera amabilidad

Si eres amable, los demás serán amables contigo. Está asegurado, o al menos es muy probable. Debido a que se crea un ciclo positivo para que de un gesto amable solo pueda surgir una reacción suave. Este cambio de actitud es fundamental sobre todo en sociedades como la occidental, donde los lazos relacionales son cada vez más superficiales y construidos, en detrimento de la espontaneidad y la autenticidad.

Si la persona con la que uno se vuelve amable suele ser grosera, se desorientará frente a una inesperada amabilidad y se le hará reflexionar. Ciertamente no siempre sucede, pero en un buen porcentaje de casos sí, por esta razón es bueno practicar la amabilidad, porque no hay nada que perder. Encarar al mundo y al prójimo con amabilidad nos da tranquilidad y asegura que el otro esté bien dispuesto hacia nosotros: la amabilidad genera amabilidad.

La importancia de una sonrisa

Ser amable nos predispone a una actitud positiva, como sonreír. Lo que puede parecer un simple detalle es en realidad un valioso aliado para una comunicación agradable y efectiva.

De hecho, la sonrisa es la herramienta que tenemos disponible para comunicar, de inmediato y sin necesidad de palabras, cuál es nuestra predisposición hacia el otro. Es una señal de apertura y disponibilidad, y tiene el gran poder de regalar positividad sin coste a alguien que pueda necesitarla. Por reflejo, seremos los primeros en beneficiarnos de esta gratitud y, además, el placer y la sensación de satisfacción que fluyen de ella son un bien precioso.

La importancia de dar sin esperar nada a cambio

Ser generoso sin pensar que recibirás algo a cambio es una gran virtud. Dar por el placer de dar y sin la ansiedad de recibir, sin pensar siempre en la propia ventaja, nos hace mejores personas, con los demás pero sobre todo con nosotros mismos.

Cualquier acto que decidamos hacer, sea cual sea la actitud que tomemos, tiene ante todo consecuencias en nuestro ser. Actuar amablemente es dar a los demás sin esperar nada a cambio. Y, si se practica de manera sincera y consciente, es la mejor manera de crecer interiormente y cultivar el bienestar más profundo.

Altruismo vs individualismo

La sensibilidad hacia los demás es lo que entrenamos cuando somos amables a priori. Una facultad que debe ejercitarse desde una edad temprana, y que a menudo falla a lo largo de los años, debido a las prepotencias experimentadas y soportadas, a abusos y dinámicas violentas e injustas de las cuales uno es protagonista diario.

Recuperar una mirada pura y una buena disposición hacia los demás nos permitirá abrir los ojos y descubrir que a nuestro alrededor hay infinitos ejemplos de amabilidad diaria que podemos poner en práctica: aguantar la puerta abierta al vecino que va a entrar justo 3 segundos después de nosotros, ayudar a una persona mayor que va cargada, dejar el asiento en el autobús a quienes más lo necesitan, o hacer que pasen en la cola del súper aquellos que sólo tienen un producto mientras nosotros tenemos el carrito lleno, preguntar "¿cómo está?", decir "hola" y "buenas noches", "gracias" y "de nada". Pequeños gestos que no son obligatorios pero que se vuelven necesarios si lo que queremos es una sociedad mejor y altruista.

Conciencia del poder de la gentileza, cambio interior

Tratemos ahora de responder: ¿por qué no ser amable? ¿qué ganamos? La respuesta es simple: nada. Sin embargo, a menudo caemos en los mecanismos de la grosería, perdemos la paciencia y no estamos muy disponibles para los que están frente a nosotros. Todos tienen sus razones para responder mal o estar malhumorados y tomársela con un desconocido, pero ¿a qué nos lleva esta actitud?

El verdadero paso adelante es aprender a manejar los sentimientos negativos como la ira y la envidia, no dejar que ganen espacio y evitar que se asienten dentro de nosotros. Socavar este sistema de creencias es el cambio interior a perseguir, ser nosotros mismos la primera mejora que deseamos para el mundo. Y seremos más felices. Compruébalo tu mismo.

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