“No somos héroes ni mártires: somos enfermeras”

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Sergio Castaño en Relatos de la Pandemia

“No somos héroes ni mártires: somos enfermeras”

Sanitas y Bupa Chile editan Relatos de la Pandemia, un recopilatorio con testimonios de profesionales de Enfermería que han estado en la primera línea de la atención a personas con COVID-19 durante la pandemia en hospitales y centros de Mayores en España y Chile

El libro se puede descargar gratuitamente en la web de Bupa Chile

“Se nos vino encima un tsunami y no sabíamos muy bien a qué nos enfrentábamos. Pero desde el primer momento pensé: no somos héroes ni mártires ni nada similar. Somos profesionales de Enfermería. Yo he estudiado Enfermería no para estar en una guerra, sino para estar en un hospital ayudando a la gente”. Así es como Sergio Castaño, enfermero del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja, recuerda los primeros días de la pandemia, cuando el goteo de casos con diagnóstico aún inespecífico se tornó en una avalancha de pacientes con un cuadro clínico compatible con la infección por coronavirus que hasta el momento sólo habíamos visto en los medios de comunicación.

Este es uno de los 62 testimonios de profesionales de Enfermería de España y Chile de los hospitales universitarios Sanitas La Moraleja y La Zarzuela, Hospital Virgen del Mar y Hospital Sanitas CIMA; de las residencias Sanitas Las Rozas, Jardines de Sabatini, Almenara, Ferraz, Mas Camarena, La Coruña, El Mirador, Santa Provença; del equipo asistencial de Sanitas Seguros y de Sanitas 24 horas; de las clínicas Bupa Santiago, Bupa San José, Bupa Antofagasta, Bupa Reñaca; de Isapre Cruz Blanca y de los centros médicos IntegraMédica.

Esta obra es un homenaje a todos los profesionales de Enfermería, al hilo del 200 aniversario del nacimiento de Florence Nightingale y aunque el proyecto original no incluía una pandemia, la realidad de lo que han vivido en hospitales, residencias y centros médicos de España y Chile es relevante para una sociedad que ha vivido con miedo, pero a salvo, la peor crisis sanitaria de la historia reciente.

Los relatos proporcionan una imagen nítida del miedo, la presión y el estrés que vivieron los profesionales de Enfermería, muy alejada de la seguridad de los hogares desde los que toda España aplaudía a los profesionales sanitarios cada tarde. Se han enfrentado al escenario más terrorífico que se pueda imaginar por su compromiso de ofrecer el mejor cuidado posible a los pacientes, poniéndose físicamente entre la enfermedad y el resto de la sociedad. “El 9 de marzo llegó nuestro primer paciente Covid. Yo me dediqué en exclusiva a esta persona durante toda su estancia en el hospital hasta que murió. Fue el primer fallecido de Covid en todo el hospital. Después empezaron a llegar más casos y reorganizamos nuestra estructura para crear 4 unidades de cuidados intensivos donde atender a las personas que nos llegaban, relata Cristina Satostegui, del Hospital Universitario Sanitas La Zarzuela, que recuerda el calor y las incomodidades de las EPIs que debían vestir para protegerse mientras cuidaban a los pacientes.

La pandemia ha puesto a prueba a todo el mundo, pero en el caso de Enfermería, sus roles se han visto sacudidos con violencia y su capacidad para adaptarse y centrar el esfuerzo en lo verdaderamente relevante ha sido sobresaliente. “Todos tuvimos miedo, nadie estaba a salvo de tenerlo. Pero entre todos nos ayudamos y nos hicimos más fuertes. Soy enfermera desde hace 13 años y ahora trabajo en una residencia de mayores. Durante la pandemia hemos sido enfermeras, auxiliares, terapeutas e incluso en ocasiones, personal de mantenimiento. Lo importante en todo caso ha sido hacer lo que fuera necesario para proteger y cuidar de nuestros residentes”, ha explicado Marta Quelle, enfermera en la Residencia Sanitas La Coruña.

Laura Alvargonzález, directora de Enfermería del Hospital Universitario Sanitas La Moraleja, ha recordado la colaboración de todos para garantizar la seguridad de los equipos que estaban en primera línea: “Solo tenías que levantar un teléfono y decir: necesito mascarillas, más camas, cuidadores para los hijos (para que nuestro personal pudiese venir a trabajar tranquilo); incluso alquilar hoteles o pisos para que no tuviesen miedo de contagiar a sus familias. Creo que la experiencia que Sanitas tenía en digitalización también fue clave: la pandemia provocó que los pacientes no covid no pudieran acudir al hospital y en apenas una semana ya teníamos listo nuestro servicio de vídeoconsultas para atender el volumen de pacientes que fuera necesario. Quizás nunca seremos capaces de valorar todo el camino que ya teníamos recorrido y que nos facilitó el continuar con las consultas a distancia”.

Óscar Cruz es el Coordinador del servicio Sanitas 24 horas y la pandemia le sorprendió con su paternidad recién estrenada. “El 8 de enero de 2020 mi mujer y yo tuvimos gemelos y cuando la pandemia se desató yo estaba de permiso por paternidad. Pero no podía quedarme mirando por la televisión lo que estaba ocurriendo. Decidí regresar al trabajo para apoyar a mis compañeros, que estaban haciendo lo imposible por ayudar a nuestros clientes. Normalmente acostumbramos a recibir entre 800 y 900 llamadas diarias, con una media de entre 20 y 30 video-consultas de urgencia. Cuando la pandemia estalló, cada día recibíamos unas 6.500 llamadas y más de 200 videoconsultas”.

Marta Rodríguez, enfermera de la Residencia Sanitas Las Rozas, como muchas de sus compañeras, ha vivido días muy duros. “Me siento orgullosa de estar donde estoy. Hay quienes nos llaman superhéroes, pero no lo somos. Somos enfermeras. Recuerdo bien a la hija de una de nuestras residentes que me pidió que si su madre fallecía no lo hiciera sola. Le respondí que cada día yo misma la visitaba más de 10 veces y no solo para colgar un suero o ponerle el antibiótico. Cada vez la tomaba de la mano y hablaba con ella. Su madre estuvo acompañada en todo momento”.

La tensión asistencial de los primeros meses también tuvo momentos de felicidad que todos los autores recuerdan por igual: cada alta era un triunfo. “Cada paciente que salía de nuestra UCI la hemos vivido con la máxima felicidad. Afortunadamente hemos conseguido que muchos de nuestros pacientes salgan adelante y son muchas las emociones bonitas que hemos vivido, más allá del estrés y la tensión. Recuerdo un paciente que al mes de darle el alta vino a visitarnos sólo para darnos las gracias”, ha relatado Covadonga Medrano, enfermera del Hospital Virgen del Mar.

Todo este esfuerzo se ha extendido a lo largo de un año muy largo de cuidado continuado de pacientes a ambos lados del océano. Y no ha terminado. “Creo que la Enfermería se la ha jugado en esta pandemia y ahora el siguiente desafío que tenemos que afrontar es la atención de todas las enfermedades que han quedado postergadas por el esfuerzo que ha requerido afrontar el coronavirus. Tenemos que retomar ese cuidado de todas las personas que siguen necesitando nuestra ayuda”, ha rematado Ana María Quezada, coordinadora de Desarrollo Profesional en Bupa Chile. 

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