Adolescentes confinados: ¿cómo saber si vivimos con un hijo que tiene un trastorno de conducta o con un adolescente mal educado?

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Adolescentes confinados: ¿cómo saber si vivimos con un hijo que tiene un trastorno de conducta o con un adolescente mal educado?

Jordi Royo, director clínico de Amalgama7, centro de atención terapéutica y educativa para adolescentes, advierte del grado de tensión que muchas familias están viviendo durante el confinamiento con jóvenes conflictivos:

‘Los adolescentes disruptivos en confinamiento son bombas de relojería a punto de estallar’

Los nuevos roles de los padres durante el confinamiento de educadores, monitores de ocio o deporte que han sido impuestos a los progenitores, por el cierre de escuelas, convierte el hogar familiar, en muchas ocasiones, en un terreno de batalla provocando frustración y sentimientos de ‘inaptitud educativa’ en los tutores confinados.

Las consultas se han disparado a partir del confinamiento, donde padres que ya vivían con reiteradas situaciones de conducta inapropiada por parte del adolescente, han visto agravada su situación hasta el punto de pedir una distancia real y física entre hijo y progenitor. (Más de 300)

Jordi Royo, director clínico del centro de atención terapéutica y educativa para adolescentes, Amalgama7, pone de manifiesto una problemática surgida a partir de la crisis sanitaria del COVID19 que obliga a permanecer en casa confinados, para evitar la propagación del Coronavirus: convivir con adolescentes con comportamientos disruptivos.

El doctor en primer lugar aclara que la edad adolescente tiene intrínsecamente, rasgos asociados como la transformación del cuerpo, la crisis de identidad, la ansiedad, la baja autoestima, complejos adquiridos, las dificultades de su adaptación en el entorno con los adultos, etc… Y que entre los que presentan más comportamientos negativos, se pueden dividir en dos grupos, por un lado los adolescentes que presentan una patologías o trastornos neurológicos como Trastorno por Déficit de atención con Hiperactividad, trastornos de aprendizaje como dislexia, digrafías … trastornos de personalidad , etc… y por otro lado los mal educados. En ambos casos la convivencia con ellos puede convertirse en una pesadilla, y en los dos casos es necesaria la intervención de profesionales que rebajen el nivel de tensión acumulado en la convivencia familiar.

Las consultas y quejas más reiteradas manifestadas por los padres de adolescentes en confinamiento son: 

  • La poca motivación, muchas ocasiones, directamente desmotivación, por el cumplimiento de las tareas escolares.
  • La poca participación, en muchas ocasiones nula, en el reparto de las tareas domésticas.
  • La excesiva exposición a formas de ocio paralizantes: TV, móvil, Internet (juegos on-line).
  • Conflictos relacionales e incluso maltrato hacia los hermanos.
  • Tendencia a evitar espacios familiares comunes y reclusión de larga exposición en la propia habitación.
  • Carencia de información y/o de control de las actividades que realiza desde la “privacidad” de su habitación (riesgo de redes, contenidos inadecuados, etc ).
  • Consumo de tabaco y/o de otras sustancias (mayoritariamente derivados del cannabis), en su habitación y/o en otros espacios familiares sin el consentimiento materno o paterno.
  • Conflictos en la hora de las comidas, muchas veces motivados por el retraso del hijo/a o la reticencia a compartirlos.
  • Negativas o malas respuestas en relación a los alimentos dispuestos por la familia en la hora de las comidas y demandas reiteradas en querer, y en muchas ocasiones, a hacerse el propio adolescente “sus comidas” en la hora y el lugar que más le place.
  • Desobediencias, gesticulaciones, desprecios, insultos, incluso agresiones hacia objetos o personas.
  • Demandas reiteradas de salir de casa (solo/a o a ver un amigo/a).

En caso de progenitores separados, negativas de querer ir a casa del progenitor que le corresponde. O de marchar del qué le corresponde.

Mayoritariamente los padres tienden a ceder o a “negociar” con el objetivo de rebajar la tensión del conflicto y buscar la paz familiar, transformando la relación paterno-filial en una relación que se podría definir como “la dictadura de la negociación continuada”.

En estos casos… ¿cómo saber si vivimos con un adolescente con una patología o con un adolescente con una expresión de un déficit de estilo de educación recibida?

El doctor Jordi Royo explica que para detectar los casos con posibles patologías es necesaria una entrevista en profundidad con los padres donde deben tener claro tres aspectos de la vida de su hijo, en primer lugar el rendimiento en la actividad principal del mismo, en un alto porcentaje serán los estudios, en segundo lugar qué actividades realiza los fines de semana o en su tiempo libre, y por último en qué gasta el dinero que le llega a su bolsillo.  Sin embargo, recalca que los ingresos en centros terapéuticos no son solo aptos para personas con patologías, sino para familias que presenten un problema grave de convivencia, independientemente si el hijo presenta patologías, adicciones o comportamientos de actitud.

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