El servicio del sacerdote a la Iglesia desde el estudio y la formación

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A petición del obispo, diferentes sacerdotes diocesanos amplían sus estudios en universidades de España o Roma para después formar a los futuros sacerdotes

El servicio del sacerdote a la Iglesia desde el estudio y la formación

La formación de los sacerdotes es un tema de especial preocupación para el obispo de Cartagena, Mons. José Manuel Lorca Planes. Los que se preparan en los seminarios para recibir el sacerdocio estudian en el Instituto Teológico de San Fulgencio de Murcia (centro vinculado a la Pontificia Universidad de Salamanca), donde, tras seis años de formación (dos en Filosofía y cuatro en Teología), obtienen el Bachiller en Teología, un título universitario equivalente al Grado en Estudios Eclesiásticos. Para Mons. Lorca Planes, contar con un equipo de profesores, entre los que se encuentra un alto número de doctores, que se encarga de la formación de los seminaristas es también “una riqueza para la Diócesis” y considera determinante la formación del profesorado que imparte cada una de las materias a los candidatos al sacerdocio. En función de las necesidades de la Diócesis algunos presbíteros son enviados por el obispo para ampliar sus estudios, cursando una licenciatura o realizando el doctorado, a diferentes universidades españolas o, incluso, a Roma donde se pueden matricular en universidades pontificias como la Gregoriana, la de Santo Tomás de Aquino -conocida como Angelicum- o la Antonianum, entre otras. En sus aulas no solo estudian sacerdotes, sino que también cursan sus estudios religiosos, religiosas y laicos.

Para lograr la Licenciatura en Teología con especialización en alguna de sus materias como Bíblica, Patrística, Dogmática, Catequética o Pastoral, la duración del plan de estudios es, como mínimo, de dos años. Después de cursar todas las asignaturas, para titularse se debe aprobar un examen complexivo y realizar una tesis, con su defensa y publicación. Este nivel de estudios es equivalente a un grado o máster. Si continúan con su formación, tienen la posibilidad de llegar a alcanzar el doctorado, siendo esta la graduación máxima tras una década de estudio desde que se inició el Bachiller en Teología.

José Miguel Cavas López es uno de los sacerdotes que recientemente ha completado su formación en el Pontificio Instituto Bíblico de Roma y es licenciado en Sagrada Escritura. Recibió el Orden Sacerdotal el 26 de septiembre de 2015, siendo su primer destino la parroquia de Nuestra Señora de la Asunción de Alcantarilla como vicario parroquial. Tan solo unos meses después, el 19 de junio de 2016, Mons. Lorca Planes le comunicó que necesitaba un sacerdote que estudiara Sagrada Escritura y que había pensado en él. “No me lo esperaba para nada, nunca habría imaginado que estudiaría en Roma, pero mi disponibilidad fue inmediata ya que en mi ordenación una de las cosas que prometí fue que daría mi vida por la Iglesia”. Para poder estudiar en esta universidad, al igual que en cualquiera de las de Roma, fue necesario que José Miguel hiciera un curso intensivo de italiano que certificara el nivel de idioma requerido. Tras dos años y medio en Roma, terminó sus estudios en enero y ahora es formador en el Seminario Mayor San Fulgencio impartiendo clases de Sagrada Escritura tanto en el Instituto Teológico San Fulgencio, por las mañanas, como en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas San Fulgencio, por las tardes.

Normalmente, los sacerdotes de la Diócesis de Cartagena, durante su periodo formativo en Roma, residen en el Pontificio Colegio Español de San José, de la Conferencia Episcopal Española. Para José Miguel, los tres años y medio que ha estado estudiando allí han resultado una experiencia “increíble”, donde, además de formarse, ha podido conocer la realidad de otras diócesis españolas. “Compartir espacios con sacerdotes de toda España te permite ver cómo se vive la fe en el territorio español, y también valorar y querer mucho a tu diócesis porque ves que aquí hacemos las cosas muy bien”, afirma. También reconoce, tras esta vivencia, haber logrado tener “una apertura mayor hacia la Iglesia universal”, ya que en este tipo de universidades convergen estudiantes de todo el mundo. Asegura el sacerdote que estar en Roma ha sido una oportunidad para “salir de lo pequeño y contemplar que la Iglesia es mucho más grande que una parroquia o una diócesis, aprendiendo a valorarla con una visión más amplia”.

Otro de los sacerdotes de la Diócesis de Cartagena que prepara su licenciatura en Roma es Daniel Díaz Candela. Cuando obtuvo la titulación en Estudios Eclesiásticos (Bachiller en Teología) tuvo que esperar unos meses hasta cumplir la edad mínima requerida para recibir el Orden Sacerdotal, el 12 de diciembre de 2016. Estuvo como vicario parroquial en San Miguel de Murcia durante dos cursos; fue entonces cuando el obispo de Cartagena le propuso que fuese a Roma para formarse en Patrología. Reconoce que le gusta estudiar, aunque considera que este es un servicio distinto “cuyo fruto no se ve directamente como en una parroquia, siendo igual de necesario porque repercute en el mañana de la Diócesis”. Hace unos meses, cuando comenzó a propagarse el virus Covid-19 por Italia, “ante la incertidumbre, la tensión y el miedo de estar en un país que no es el propio”, y a pocas horas de que se decretase el confinamiento de la población con el cierre de las fronteras, Daniel pudo gestionar un pasaje que le permitió regresar a España, antes de que se cerrase el espacio aéreo. Debido a la pandemia por coronavirus, desde el mes de marzo hasta ahora ha continuado sus estudios de manera online. Para su tesina ha elegido el tema “Las catequesis sobre Abraham de san Ambrosio”, que ya está preparando junto a un profesor especialista en la materia. En sus planes está la vuelta a las aulas de manera presencial durante los primeros días de septiembre. De su estancia en Roma recuerda las mañanas de los miércoles, cuando en el descanso de las clases en el Instituto Patrístico Augustinianum, situado junto a la plaza de San Pedro, podía salir a la puerta y ver al Santo Padre durante la Audiencia General. “Simplemente estar ahí, sentir tan cerca a una persona que significa mucho para la Iglesia y para tu propia fe, y verlo, solo eso te edifica”, asevera Daniel Díaz.

El sacerdote Pedro García Casas acaba de terminar su Licencia en “Safeguarding of minors” (“Protección de menores”), formando parte de la primera promoción de esta carrera universitaria que ofrece, de manera novedosa, la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Por el momento, Pedro García es el único sacerdote europeo con esta titulación, de las siete personas que se han licenciado hasta el momento en esta materia. Recientemente ha expuesto su tesis titulada “Repensar la eclesiología y el sacerdocio a la luz de las víctimas de abuso sexual”. Reconoce que reflexionar sobre estos temas le ha resultado “muy interesante”, ayudándole a ver la Iglesia como pueblo de Dios, destacando la importancia en la prevención, la transparencia y la responsabilidad de todos. Además, este sacerdote es Licenciado en Teología sobre Matrimonio y Familia, y doctor en Filosofía por la Universidad de Murcia. En su ministerio, tanto en diferentes parroquias como de capellán en un centro penitenciario y en uno de internamiento de extranjeros, ha seguido de cerca la realidad sobre los abusos sexuales, una situación que despertó su búsqueda de respuestas. Ante la oportunidad de estudiar una nueva licenciatura a nivel internacional, que comenzaba en la Pontificia Universidad Gregoriana con un grupo reducido y en lengua inglesa, le presentó el proyecto al obispo de Cartagena. Para Pedro García, haber podido formarse en esta materia, es “una oportunidad de gracia para ver qué es lo que quiere decir el Espíritu Santo para que la Iglesia sea cada vez más evangélica, misionera y fiel a las enseñanzas del Señor”. Considera que esta última licenciatura sobre “Protección de menores” le ha permitido realizar “un cambio de perspectiva, como una especie de conversión personal, para solamente así ir transmitiéndolo a los demás, de manera que no solo haya formación intelectual sino una especie de conversión del corazón”. En este sentido, destaca “la insistencia del Papa Francisco a los cardenales, obispos y sacerdotes sobre la importancia de escuchar, invitándoles a dejarse interpelar por la realidad sin respuestas preconcebidas para, después, responder con corazón de pastores”. 

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