El burro invencible

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El burro invencible

En un pequeño pueblo rodeado de montañas, tres amigos inseparables, Alejandro, Rubén y Marcos, eran conocidos por su increíble fuerza y valentía. Eran los primeros en ayudar a cargar sacos de grano en la feria, los más rápidos en las carreras de resistencia y los mejores en los torneos de lucha. Sin embargo, ninguno de ellos poseía un caballo, y su único medio de transporte era un burro llamado Relámpago.

Relámpago no era un burro cualquiera. De pelaje negro brillante y mirada astuta, tenía una energía y resistencia que dejaban boquiabiertos a todos en el pueblo. A pesar de su apariencia robusta, muchos dudaban de que pudiera llevar a los tres hombres juntos.

Un día, llegó al pueblo un mercader ambulante que traía noticias de un gran desafío en la ciudad vecina: un torneo de fuerza y resistencia donde se premiaría al equipo más fuerte. Sin dudarlo, Alejandro, Rubén y Marcos decidieron participar. Prepararon sus pocas pertenencias y, confiando en la fortaleza de Relámpago, montaron los tres sobre su lomo y emprendieron el viaje.

El camino era largo y lleno de obstáculos. Primero, tuvieron que cruzar un río caudaloso. Los aldeanos que estaban cerca miraron con incredulidad cuando vieron al burro cargar a los tres hombres sin vacilar.

—¡Eso es imposible! —exclamó uno de ellos—. No llegará muy lejos con tanto peso.

Pero Relámpago avanzó con paso firme, saltando de roca en roca hasta llegar al otro lado sin apenas esfuerzo.

Más adelante, un grupo de comerciantes bloqueaba el camino con sus carretas cargadas de mercancía. Los tres amigos pidieron paso, pero los comerciantes se rieron.

—Si queréis cruzar primero, debéis demostrar que sois los más fuertes —desafió uno de ellos.

Sin dudarlo, Alejandro y Rubén bajaron del burro y, con sus propias manos, apartaron las carretas a un lado del camino. La multitud quedó asombrada por su fuerza, y los comerciantes les dieron paso de inmediato.

Finalmente, a pocos kilómetros de la ciudad, se encontraron con una empinada colina de tierra suelta. Cualquier otro burro habría flaqueado, pero Relámpago, con la confianza de sus compañeros sobre su lomo, se inclinó hacia adelante y comenzó a subir, resoplando con determinación. La tierra cedía bajo sus cascos, pero él avanzaba sin detenerse, mientras Alejandro, Rubén y Marcos lo animaban con gritos de apoyo.

Al llegar a la cima, un grupo de viajeros los recibió con aplausos.

—¡Ese burro es increíble! —exclamó un anciano—. Nunca he visto uno con tanta fuerza y resistencia.

Cuando llegaron a la ciudad, no hubo dudas: los organizadores del torneo quedaron tan impresionados por el viaje que decidieron incluir a Relámpago en la competencia. No solo Alejandro, Rubén y Marcos demostraron ser los más fuertes en todas las pruebas, sino que Relámpago también venció en una carrera de resistencia contra los mejores caballos del reino.

Al final del día, los tres amigos y su burro regresaron al pueblo con el premio y el respeto de todos. Desde entonces, Relámpago no fue visto solo como un burro de carga, sino como un verdadero compañero de hazañas, tan fuerte y valiente como sus dueños.

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