Rincones de Totana. Huerto Marta y María

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Rincones de Totana. Huerto Marta y María

Hace años, cuando vi desde la Cruz de la Misión el huerto de este nombre me extrañó encontrar una edificación nada mediterránea, más propia de las zonas montuosas del norte europeo que del soleado sureste. Cuando leí el nombre imaginé que correspondía al de dos hijas del propietario, sin embargo me recordó el título de una de las más conocidas novelas de don Armando Palacio-Valdés, escritor asturiano cuyo origen se correspondía con el diseño de la casa del huerto.

Busqué en mi biblioteca el libro Obras Escogidas de Palacio-Valdés tratando de encontrar su posible vinculación con Totana y no encontré nada, lo que me llevó a la conclusión de mi idea de que el nombre se debía a una coincidencia familiar. Solamente dos años tardé en descubrir que mi primera intuición era verdadera al conocer a Gregorio Parra y saber que su exesposa era la propietaria del huerto de referencia. Al conocer su segundo apellido me di cuenta de que era nieta del escritor mencionado.

Gracias al magnífico libro “Los Huertos de Totana” del Cronista Oficial de Totana don Juan Cánovas Mulero, que recomiendo por su interés, dispongo de los datos necesarios para pergeñar estas líneas.

Don Ginés Cánovas Coutiño, nacido en Totana el 2 de febrero de 1900, e hijo del Capitán de Infantería don Luis Cánovas Povo y doña María Josefa Aledo Coutiño Cánovas, estudió en el prestigioso Colegio San Buenaventura de los P.P. Capuchinos de Totana, cursando posteriormente la carrera de Derecho y ganando la dura oposición de Registrador de la Propiedad, que ejercería en diferentes poblaciones españolas.

Entre las aficiones del señor Cánovas Coutiño estaba la escritura, llegando a publicar algunas obras de las que solamente ha llegado a mi conocimiento su novela La Artimaña, y probablemente por esa circunstancia conoció a la familia del escritor Armando Palacio-Valdés, pues se enamoró de su hija María Luisa, con la que contrajo matrimonio en Madrid en septiembre de 1933, siendo padrino el insigne escritor que ya entonces gozaba de justa fama y fortuna personal. El nuevo matrimonio se estableció en Madrid donde nacería su hija María de los Ángeles.

Los tres años de guerra civil fueron complicados para la familia Palacio-Valdés, pues su fortuna estaba representada en fincas urbanas y los alquileres no pudieron pagarlos los inquilinos, pasando verdaderas penurias, ya que al ser don Armando hombre de derechas no le daban los suficientes suministros para el mantenimiento de su familia. Por algunas de sus biografías sabemos que Miguel Hernández fue a interceder por él a su compañero de partido el poeta Rafael Alberti, que se había instalado en un palacete confiscado a unos nobles y se la denegó, encontrando el oriolano un modo de vida en aquella casa que le hizo no volver más y nunca mencionó a Alberti. Los únicos que le ayudaron fueron los hermanos escritores Serafín y Joaquín Álvarez Quintero de lo que lograban encontrar.

Acabada la contienda, si bien el escritor como consecuencia de aquellas penurias murió en 1938 a los 84 años, a pesar de su desaparición la normalidad volvió a esta familia, los libros de don Armando se vendieron y tradujeron a muchos idiomas en Europa y, en España se vendió mucho el libro que he mencionado que estaba editado en 1935 y paralizada su venta durante ese tiempo, logrando una buena fortuna

Don Ginés compró la propiedad del huerto situado frente a la Cruz de la Misión el año 1842, si bien la edificación ya estaba hecha sobre parámetros del norte y centro de Europa, que contrasta tanto con el tipo de construcción luminosa y mediterránea de la zona.

A la muerte del matrimonio el huerto lo heredó su hija que era conocida como Muneca, que ha fallecido recientemente, casada con el abogado, filósofo y escritor Gregorio Parra Cánovas, cuya casa conocemos todos en la calle Mayor Sevilla.

Creo que a partir de ahora, cuando pasemos por la Cruz de la Misión, veremos con otros ojos este huerto y recordaremos la egregia figura del escritor asturiano y nos atreveremos a leer sus novelas realistas tan propias de la época que le tocó vivir.

Juan Ruiz García 

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