Reflexionando en el tiempo: Del primer Lunes Santo al presente

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Reflexionando en el tiempo: Del primer Lunes Santo al presente

Durante los cuatros primeros días de la primera Semana Santa, Jesús se alojó en una aldea cercana a Jerusalén llamada Betania, en casa de sus amigos, Lázaro, Marta y María.

Entre los días que transcurren entre el Domingo de Ramos y el Triduo Pascual, los cristianos tenemos una ocasión idónea para meditar en todos los sucesos que fue experimentando Jesucristo, a medida que se acercaba la hora de su muerte.

Atendiendo a los acontecimientos que rememoramos el Lunes Santo, encontramos una antigua tradición que nos recuerda que a este día también se le conoce como Lunes de Autoridad.

A la mañana siguiente -el 2º día de la semana-, tras descansar de la intensa jornada que le supuso el Domingo de Ramos, Jesús vuelve otra vez a Jerusalén.

¿Qué ocurrió el primer Lunes Santo?

Al entrar de nuevo en Jerusalén, Jesús va con los Doce Apóstoles a visitar de nuevo el Templo. Durante los días de la Pascua judía, muchos comerciantes y mercaderes, aprovechaban el hervidero de gentes que continuamente se acercaban al Templo a cumplir con sus obligaciones religiosas.

La Ley judía establecía la obligación de pagar a los levitas, el diezmo de lo obtenido como fruto de su trabajo anual. Los levitas descendían de la tribu de Leví y, como no tenían territorio propio y estaban al servicio del Templo, el resto de las Doce Tribus, tenían que compensar sus servicios entregándoles el diezmo para su subsistencia. Por ello, en esas fechas, acudían gran cantidad de mercaderes y cambistas para ofrecer sus servicios. Y estos, en su afán de vender, no dudaban de instalar sus tenderetes en cualquier lugar, incluso en el interior del Templo. Lógicamente, para poder hacerlo, contaban con la connivencia de los responsables del Templo.

Jesús al llegar al recinto de Templo, se encuentra con una escena que le resulta ofensiva, pues siente como la casa de su Padre, estaba siendo profanada y ultrajada. Y en un acto impetuoso, expulsa hacia la calle a todos los mercaderes y cambistas. Con este gesto, Jesús nos está transmitiendo que el Templo es un lugar sagrado, un lugar de oración y de encuentro personal con Dios.

Después de concluir su oración en el Templo, atiende y cura a todos los enfermos y tullidos que acuden a buscarlo. En esos necesitados que acuden a Él, estamos representados todos los que creemos en Jesús y que estamos necesitados de que Él nos ayude a “curar” nuestro interior y, al igual que hizo con los que ponían cosas indebidas en el Templo, también los cristianos hemos de “depurar” el templo del Espíritu que es nuestro cuerpo, para de este modo, depurar nuestra vivencia de la fe.

Al concluir su intensa jornada en Jerusalén, Jesús regresa a Betania en donde cena y se aloja de nuevo en casa de sus amigos.

El Evangelio de este Lunes Santo nos muestra dos actitudes claramente diferenciadas:

  • La de María de Betania: Que, al acabar Jesús de cenar en su casa, le unge los pies con un rico perfume (Jn 12,3), en un gesto con el que pone de manifiesto que ella ha elegido a Dios como centro de su vida.
  • Y la de Judas Iscariote: que de forma hipócrita protesta ante el gesto que María de Betania tiene con Jesús (Jn 12,7-8), es decir, protesta contra el bien que hacen otros, pero, aunque él también podría hacerlo igual, no quiere.

¿Cómo conmemoramos en Totana el Lunes Santo?

En Totana, desde el año 1999, tenemos la Procesión Penitencial que se realiza por varias calles de nuestra ciudad y que es organizada por la comunidad parroquial de las Tres Avemarías.

Esta procesión nos invita a vivir unos momentos de reflexión en el Misterio de la Semana Santa y a descubrir en ella, cómo el simbolismo de la luz -materializado en los cirios que portan los penitentes-, nos recuerda que Jesús es la Luz del mundo y que todo el que está con él, comparte esa luz. “Vosotros sois la luz del mundo” nos indica San Mateo en su Evangelio (Mt.5,14).

El color litúrgico que se utiliza en la liturgia del Lunes Santo es el morado:

  • Este color simboliza la preparación espiritual y la penitencia. En la Biblia también lo hallamos asociado con la realeza y la autoridad.
  • Durante la Semana Santa, se utiliza el Lunes, el Martes y el Miércoles.
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