Despilfarro desenfrenado: cuatro millones de lechugas abandonadas en yecla sobre acuíferos sobreexplotados

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La misma empresa de cultivos intensivos reincide cuatro años seguidos con el abandono masivo de cultivos en el paraje Umbría del Factor. Una empresa que gasta cada año casi la mitad de lo que consume toda la ciudad de Yecla

Despilfarro desenfrenado: cuatro millones de lechugas abandonadas en yecla sobre acuíferos sobreexplotados

El gasto de agua despilfarrado en este cultivo equivale a mantener un grifo de casa abierto durante 29 años seguidos

Mientras los bancos de alimentos están vacíos, aquí se cultiva para tirar.

De nuevo se repite en Yecla la misma escena: abandono masivo de cultivos intensivos sobre acuíferos sobreexplotados. Esta vez, unos cuatro millones de lechugas en el paraje Umbría del Factor, de Yecla, sobre el acuífero sobreexplotado Cingla, cuyo balance anual negativo es de 13 hm3, es decir, que se vacía cada año, según datos oficiales, 13 millones de metros cúbicos.

"Llevamos ya más de cuatro años denunciando estos hechos y exigiendo una solución a las administraciones, cuyos políticos al frente no hacen otra cosa que dar largas", señalaba Alejandro Ortuño, portavoz de la plataforma. "Recuerdo en 2018 cuando Marcos Ortuño, entonces alcalde de Yecla, y hoy día actual Consejero de Presidencia, y Jesús Verdú, Concejal de Agua y Medio Ambiente antes y ahora, se comprometieron con sus declaraciones a trasladar esta problemática a la empresa redactora del nuevo plan de ordenación para estudiar todas las vías legales para proteger nuestro municipio de esta sangría. Digo yo que cuatro años dan para mucho, pero a día de hoy desconocemos si hay algo en el nuevo plan que sirva para protegernos del expolio de los cultivos intensivos", lamentó el portavoz.

Recordemos que, como siempre, y a fin de evitar soluciones reales y efectivas, las competencias están repartidas entre instituciones de diferentes niveles, con lo cual la pelota siempre está en otro tejado. Las competencias de agua las tiene el Estado, a través de la CHS. La competencia en agricultura la tiene la Comunidad Autónoma, a través del gobierno regional. Y al final, las competencias municipales las tiene el Ayuntamiento, con capacidad para ordenar su término municipal de la forma que considere más adecuada para sus vecinos. "Ya sabemos lo que van a decir todos: que ellos no tienen competencias, ni unos ni otros… Es vergonzoso y patético que nadie haga nada para solucionar esto; digo yo que alguien tendrá competencias, ¿no? Si no, ¿para qué están? Que dimitan todos", ironizaba Ortuño. "Todo el mundo en Yecla está en contra de estos cultivos intensivos que están agotando nuestros acuíferos, ¿quién, si no, podría estar de acuerdo en que unas empresas de fuera vengan a despilfarrar el agua de nuestros hijos y nietos?", remarcaba el portavoz.

Mientras los responsables políticos no hacen absolutamente nada para solucionar el conflicto, las empresas de cultivos intensivos siguen vaciando cada vez más y a un ritmo mayor los acuíferos, planificando la construcción de nuevas y más grandes balsas de almacenamiento de agua, y pidiendo a los socios de las comunidades de regantes que gasten más agua (que no necesitan), para que, cuando vengan los recortes, quede un porcentaje mayor de la concesión. "Es el mundo al revés", explicaba Alejandro Ortuño. "Van a premiar a los que más gastan y van a castigar a los que menos. Al final, los pequeños agricultores no podrán pagar el agua, aunque sus cultivos sean más sostenibles, y las grandes empresas de intensivos se harán los dueños de todas las tierras y todos los derechos de riego".

El motivo por el que se abandonan cuatro millones de lechugas después de haberlas cultivado sigue siendo un misterio inexplicable para nosotros. Sin embargo, la principal evidencia que se desprende de todo este despilfarro desenfrenado es que es un sistema absolutamente ineficiente e insostenible, que consume recursos naturales a un ritmo frenético (agua, suelos y energía), que produce excedentes que acaban siendo destruidos o eliminados, y que la maquinaria político-administrativa es cómplice, lo permite y forma parte del sistema. En el mejor de los casos, como el que nos ocupa, acaba siendo pasto del ganado, que ya lo empiezan a pasar por la finca, como estamos viendo estos días. Mientras los bancos de alimentos están vacíos, aquí se cultiva para tirar. 

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